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Washington y otros 23 estados demandan que la administración Trump disminuya las medidas de salud pública.

WASHINGTON, APR (Elmundo.CR) – Un grupo de fiscales generales demócratas, representando a 23 estados y a la ciudad de Washington, ha presentado una demanda contra el Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos (HHS) y su secretario, Robert F. Kennedy Jr. Los demandantes sostienen que los recortes presupuestarios implementados por el HHS son no solo ilegales, sino también perjudiciales para el bienestar público.

La controversia se desató después de que la semana pasada los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) anunciaran una significativa reducción de $11.4 mil millones en los fondos destinados a la salud pública. Esta decisión ha suscitado una amplia gama de reacciones, dada la duración y el impacto que la pandemia de Covid-19 ha tenido en la sociedad estadounidense.

El HHS, en un comunicado oficial emitido la semana pasada, defendió enérgicamente estos recortes argumentando que «la pandemia Covid-19 ha terminado». El departamento argumentó que no gastará más «miles de millones de dólares de los contribuyentes en una pandemia que, según ellos, ha superado a los estadounidenses hace años». Además, el HHS afirmó que reenfocaría los recursos destinados a proyectos que se alinean con el mandato del presidente Trump, el cual se centra en abordar enfermedades crónicas y mejorar la salud general del país a largo plazo.

Sin embargo, los fiscales generales que lideran esta demanda enfatizan que, aunque los fondos fueron asignados durante la crisis sanitaria, estos no se destinaron exclusivamente a la respuesta inmediata contra el Covid-19. En realidad, una porción significativa de estos recursos ha sido utilizada para fortalecer el sistema de salud pública en una perspectiva más amplia, mejorando la preparación para futuras pandemias, el tratamiento de adicciones y la prevención del suicidio, entre otros aspectos vitales de la salud pública.

La fiscal general de Nueva York, Letitia James, expresó su profundo desacuerdo con esta decisión gubernamental, indicando que «cortar estos fondos ahora convertirá nuestro progreso en la lucha contra la crisis de los opioides en polvo, sumergiendo nuestros sistemas de salud mental en el caos y dejando a los hospitales luchando para atender a los pacientes». Esta situación resalta la importancia de los fondos en el contexto de la salud mental y el esfuerzo continuo necesario para combatir las crisis de salud pública que afectan a las comunidades.

Además, los demandantes señalan que la administración Trump está socavando el poder constitucional del Congreso, puesto que los fondos en cuestión fueron destinados por legislación existente. Argumentan que el gobierno federal no posee la autoridad legal para terminar con estos fondos inmediatamente después de haber sido aprobados por instancias legislativas. Esta acción es vista como un intento de centralizar el control sobre los recursos de salud pública, lo que podría tener implicaciones serias para la gobernanza y el manejo de emergencias de salud en el futuro.

Esta demanda se suma a una lista creciente de procesos legales que se han presentado en contra de la administración Trump, que hasta ahora ha enfrentado más de 100 reclamos en los primeros meses de su segundo mandato presidencial. A medida que la situación legal evoluciona, se espera que tanto los defensores de la salud pública como los críticos de las decisiones administrativas sigan atentos a los acontecimientos que surgen de este caso.