El volcán Poás sigue demostrando una intensa actividad en forma de rezume de vapor de agua y dióxido de azufre (SO₂), según el informe más reciente proporcionado por el observatorio volcanológico y sismológico conocido como Ovsicori. Esta situación ha despertado una gran cantidad de interés tanto en la comunidad científica como entre los residentes cercanos al volcán.
A pesar de que los simuladores y sensores infrasónicos actualmente no están registrando estallidos de energía, el Ovsicori mantiene que hay una actividad continua de gases en el cráter y una presencia regular de bollos de perforación en la boca del volcán, lo que indica que el Poás no está inactivo. Este tipo de actividad, aunque menos violenta en términos de explosiones, sugiere que internamente el volcán aún está activo y puede cambiar en cualquier momento.
Los expertos del Ovsicori también han aclarado que, por el momento, no se ha registrado ninguna transmisión de cenizas. Esto es un alivio, ya que las cenizas pueden tener un impacto significativo en la salud pública y en la aviación. Es importante mencionar que el volcán Poás ha tenido un historial de erupciones que han liberado cenizas considerablemente, afectando a las comunidades y la agricultura en las áreas circundantes.
Por otro lado, los sensores infrarrojos asociados a las cámaras web han detectado emisiones desde la boca del volcán que crucialmente reflejan la radiación nocturna, lo cual es evidente en las plumas de vapor y gas que se emiten. Estos hallazgos son cruciales, ya que nos permiten entender mejor la dinámica del volcán, especialmente durante la noche cuando la observación directa puede ser más difícil.
En concordancia con esta actividad volcánica, las fuertes lluvias de los últimos dos días han permitido que se recolecte agua en el fondo del cráter, algo que los expertos están observando de cerca. Este aumento en el agua recolectada ha incrementado también el flujo de los ríos que desaguan del edificio volcánico, llevándose consigo grandes cantidades de sedimentos que se habían acumulado debido a las erupciones recientes que tuvieron lugar en marzo y abril.
Además, los estudios de gases han revelado que en una evaluación realizada el 12 de mayo, se midió un flujo máximo de 1,676 toneladas de dióxido de azufre. Este dato fue obtenido utilizando el sistema DOAS, que está instalado en el nivel del suelo y se utiliza para monitorear la concentración de gases volcánicos.
El mismo día, el satélite centinela europeo registró una masa de 305 toneladas de SO₂ en la atmósfera. Este fenómeno está vinculado a la pluma de gas que se origina del propio volcán, destacando la constante liberación de estos gases al entorno. “Estos valores reflejan que, a pesar de la disminución en la frecuencia de los estallidos explosivos, el volcán Poás continúa liberando cantidades significativas de gases, mostrando su actividad interna persistente,” señaló el Ovsicori.
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