«Para nosotros el bosque es sagrado: de él obtenemos nuestras medicinas, la leña, todo», dice Teodora Vera (55), miembro de la comunidad del Pueblo Indígena Avá Guaraní de Y’aka Poty. «El bosque es nuestra vida.»
El bosque de Canindeyú, en el corazón del este de Paraguay, es como una casa con muchas habitaciones. Los troncos de cedro forman las paredes y las hojas y ramas forman los techos. En la planta baja hay hierbas para hacer remedios y un manto de hojas se convierte en la cubierta vegetal que retiene la humedad y devuelve los nutrientes a los suelos agotados. Cada parte de la casa forestal tiene su importancia y uso.
Antes de dirigirse a su casa en el bosque, Teodora se sienta en la puerta de su casa tomando mate, una bebida parecida al té hecha con hojas de yerba mate (Ilex paraguariensis), y se prepara para comenzar la jornada de trabajo. Posteriormente conocerá a algunas de las 35 familias que viven en la comunidad que lidera, que están reconvirtiendo sus fincas para la agroforestería, en la que se plantan árboles en medio de cultivos agrícolas.
Paraguay, un país latinoamericano sin salida al mar, ha estado enfrentando deforestación y contaminación del suelo en la parte oriental del país durante décadas, impulsadas por la expansión de granjas agrícolas y ganaderas extensivas. Al mismo tiempo, el cambiante clima del país cambió los hábitos y calendarios agrícolas. La llegada tardía de las heladas provoca que se quemen flores y árboles jóvenes de cítricos, vientos más fuertes azotan las hileras y las lluvias irregulares y las olas de calor acortan los cultivos, volviéndolos cada vez más precarios.
El Proyecto de Pobreza, Reforestación, Energía y Cambio Climático (PROEZA) ha dado un gran impulso a sus comunidades. Financiado por el Gobierno de Paraguay y el Fondo Verde para el Clima e implementado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), PROEZA combina protección social y acción climática. Combina incentivos financieros con asistencia técnica para promover prácticas agroforestales sostenibles entre los hogares rurales e indígenas.
En cuanto a la parte financiera, PROEZA ofrece a las familias participantes incentivos ambientales orientados a estimular una mayor inversión en sus tierras y parcelas y hacer la producción más resiliente y sostenible. En el aspecto técnico, la FAO proporciona a los pueblos indígenas y a las comunidades rurales experiencia sobre el terreno para adoptar prácticas agroforestales, en particular en relación con la preparación y el análisis del suelo, las semillas y las herramientas.
Cuando la protección social se vincula con la gestión de la tierra y la agrosilvicultura, los beneficios se suman: menos deforestación, más resiliencia al cambio climático y más estabilidad de ingresos.
Lea la historia completa aquí en estos idiomas: árabe | Chino | Inglés | Francés | ruso | Español

