


Los volcanes de Costa Rica son mucho más que meras atracciones turísticas; su actividad constante también suscita un profundo interés entre los científicos de diferentes partes del mundo. Estos fenómenos naturales no solo aportan belleza al paisaje, sino que también ofrecen oportunidades únicas para la investigación científica.
Entre los destacados investigadores que están contribuyendo al estudio y monitoreo de los volcanes en Costa Rica, se encuentran tres expertos que forman parte del Observatorio volcanológico y sismológico (ovsicori). Estos tres científicos han cobrado notoriedad por su trabajo en la vigilancia de la actividad del volcán Poás, ubicado en Alajuela, y durante las últimas semanas se han convertido en las voces más importantes en la comunicación de sus actividades. Sus nombres son Geoffroy Avard, Maarten de Moor y Cyril Müller; tres apasionados de la volcanología que, aunque llegaron al país en diferentes momentos, comparten una historia común.
La pasión por los volcanes los trajo y el amor de Costa Rica los hizo quedarse.
Parte del equipo volkanológico de Ovsicori. (Archivo/el observador).
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Maarten de Moor: «Estaba en el cráter de Poás para el terremoto de Cinchona»
Maarten de Moor, aunque originario de Inglaterra, creció en Sudáfrica y recibió su formación académica en los Estados Unidos. Su fascinación por los volcanes comenzó cuando visitó la isla caribeña de Montserrat, donde tuvo una visión clara del impacto de una erupción devastadora. En 2009, como estudiante de doctorado, llegó a Costa Rica para llevar a cabo investigaciones sobre los volcanes Poás, Turrialba y Arenal.
Uno de los momentos más memorables de su carrera ocurrió en el cráter de Poás, cuando estuvo presente durante el terremoto de Cinchona. «Fue un evento muy intenso. Estábamos seis en el cráter y sentimos que las paredes comenzaban a colapsar. Creímos que era una erupción y tuvimos que improvisar una ruta de escape porque el camino principal fue destruido», describió de Moor.
Años después, regresó a Costa Rica, se unió a Ovsicori y finalmente se trasladó al país en 2013. Maarten contrajo matrimonio con una costarricense, y su hijo nació en Heredia. Recientemente, obtuvo la ciudadanía. Su especialización se centra en el estudio de gases volcánicos, y considera que Costa Rica es un «laboratorio natural ideal» para sus investigaciones. «La importancia de la volcanología para el país es inmensa. Vivimos rodeados de volcanes activos y hay mucho que contribuir en este campo. Además, me encanta la gastronomía de aquí: Gallo Pinto, carne en salsa, redonda, ceviche… disfruto todo», bromea con entusiasmo.
Maarten de Moor nació en Inglaterra y vivió el terremoto de Cinchona en el cráter Poás. (Archivo/el observador).
Geoffroy Avard: «Desde los 6 años quería convertirme en volcanólogo»
Originario de Francia, Geoffroy Avard llegó a Costa Rica en 2011 después de finalizar su doctorado. Su objetivo era dejar de lado la investigación académica pura para enfocarse en la ciencia aplicada, y se unió a Ovsicori, un equipo multidisciplinario con el que pudo trabajar. «Crecí rodeado de volcanes, eran parte de mi jardín. Desde que tenía seis años, supe que quería estudiar volcanes y nunca cambié de opinión», afirma con determinación.
Al llegar a Costa Rica, Geoffroy quedó maravillado. «No conocía el país, pero cuando llegué me sentí muy feliz. Es un trabajo con opciones limitadas, pero era mi sueño, y aquí pude hacerlo realidad». Durante sus 14 años en el país, ha participado en el monitoreo continuo de la actividad de Poás, Turrialba y El Rincón de la Vieja. Está casado y tiene dos hijas costarricenses. Asegura que su adaptación ha sido positiva, a pesar de que todavía lucha con algunas expresiones coloquiales de la cultura costarricense. «A veces no encuentro las palabras adecuadas para expresar mis ideas», confiesa.
Geoffroy resalta la diversidad de la dinámica volcánica en Costa Rica. «Cada día ofrece algo diferente. La actividad volcánica nos obliga a aprender y adaptarnos constantemente, y el equipo que tenemos es excepcional», añade con entusiasmo.
Geoffroy Avard nació en Francia y desde los 6 años sabía que quería estudiar volcanes. (Archivo/el observador).
Cyril Müller: «Tenía muchas ganas de regresar a Costa Rica, ese era mi sueño»
Cyril Müller, originario de Suiza, ha dedicado su carrera al estudio de la topografía y obtuvo un doctorado en ingeniería de volcanología. «Trabajé en un proyecto en Costa Rica y realmente me apasiona el trabajo relacionado con volcanes y su topografía. Desde entonces, tenía claro que quería regresar a Costa Rica, era mi sueño», confiesa.
Después de un tiempo en su país natal, Cyril buscó una forma de regresar a América Latina. Finalmente, se unió al equipo de Ovsicori en 2014, cumpliendo su sueño de varios años. «Este lugar me ha brindado la libertad para desarrollar ideas, trabajar con la naturaleza viva y crecer profesionalmente», explica con satisfacción. Además, está casado con una costarricense y tiene un hijo, y ha logrado obtener la ciudadanía costarricense. Desde joven, aprendió español y se siente cómodo comunicándose en el idioma.
Cyril comparte su aprecio por el país, la calidez de su gente y el clima, que no presenta inviernos rigurosos. «No tengo un volcán favorito; valoro a todos, cada uno ofrece algo único. Pero debo admitir que los volcanes tienen un comportamiento fascinante, incluso los que están más tranquilos», menciona con una sonrisa.
Cyril Müller nació en Suiza y siempre quiso vivir en América Latina. (Archivo/el observador).
Ciencia y compromiso
A pesar de que el público suele recordar a estos científicos por sus intervenciones en entrevistas durante las emergencias volcánicas, su vida en Costa Rica es mucho más que eso. Los tres investigadores han hecho de este país su hogar, construyendo familias y formando parte de un equipo donde también hay destacados profesionales costarricenses. «Aunque somos tres extranjeros, en Ovsicori hay muchos científicos costarricenses como María Martínez, Leonardo Van del Late y otros que están liderando investigaciones clave», señala Müller.
Los tres científicos coinciden en que, aunque los volcanes pueden ser una amenaza natural, también son fuente de riqueza para Costa Rica: generan suelos fértiles, impulsan el turismo y proveen energía. Pero más allá del monitoreo, su objetivo es fomentar un entendimiento más profundo y una apreciación más amplia de estos colosos naturales. «Una erupción puede ser destructiva, pero también es majestuosa. Nos enseñan humildad y nos recuerdan que no tenemos control absoluto sobre la naturaleza. Eso es parte de la ciencia», concluye Cyril.
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