Álvaro Rodríguez, General Superior Emérito del Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas (La Salle), vivió momentos muy significativos en el contexto de la elección del Papa Leo XIV, quien ha sido una figura importante en su vida durante más de una década. Esta relación no solo se basaba en el respeto mutuo, sino también en una profunda conexión espiritual que se consolidó a lo largo de los años.
Durante su mandato como Superior General de La Salle, que abarcó desde 2001 hasta 2013, Rodríguez mantuvo un continuo diálogo espiritual con el entonces líder de la Orden de San Agustín, Robert Prevost, quien sería elegido posteriormente como Papa. Ambos asistieron a reuniones semestrales, donde la camaradería y el discernimiento espiritual eran predominantes. Estas sesiones eran más que simples encuentros, eran verdaderos momentos de reflexión y de búsqueda de la voluntad divina, y se llevaban a cabo en un clima de respeto y hermandad, lo que hizo que cada encuentro fuera especial y significativo.
«La reciente elección del Papa Leo XIV fue una oportunidad de salvación muy especial para mí, y me causó una gran alegría. La forma en que el Papa se presenta como compañero y amigo puede parecer atrevida, pero refleja una realidad enriquecedora que hemos vivido juntos durante más de dos décadas», compartió Rodríguez.
Recuerdos de un líder espiritual cercano y fraternal
Álvaro Rodríguez recuerda a Prevost, no solo como un religioso de fe, sino como un líder espiritual que emanaba cercanía y profundidad. Durante sus intercambios, Prevost resaltó la importancia de la unidad y el sentido comunitario. Su mensaje inaugural como Papa estaba centrado en la vida y unidad comunitaria, estimulando reflexiones sobre cómo una vida religiosa debe centrarse más en el «ser» que en el «hacer».
«Más que nada, hemos expresado nuestro deseo de crear un mundo más humano, que responda al plan salvador de Dios revelado a través de Jesús», indicó con entusiasmo Rodríguez.
En el año 2012, Rodríguez y Prevost participaron como miembros de un grupo selecto de 20 generales en un Sínodo sobre el nuevo evangelismo. Antes de este evento significativo, sostuvieron reuniones preparatorias, donde discutieron diversos temas y compartieron sus reflexiones. En este contexto, el recién elegido Papa definió el evangelismo como un proceso integral que abarca varios elementos, mencionando que «el evangelizador eclesiástico necesita demostrar todos sus componentes: ser misionero, estar encarnado, ser comunidad, tener un enfoque festivo, educar en la fe y vivir en un estado de renovación continua y arrepentimiento».
Álvaro Rodríguez (izquierda), religioso costarricense, compartió años de amistad con Robert Prevost antes de su elección como el nuevo Papa (foto / cortesía).
Un refugio inolvidable y una canonización histórica
El impacto que Prevost tuvo en su vida fue tal que Rodríguez lo invitó a proclamar su despedida ante el 45º Capítulo General de los Hermanos de La Salle. Esta jubilación culminó de manera memorable con su participación conjunta en la canonización de San Juan XXIII y San Juan Pablo II en Roma. Durante esta experiencia, Rodríguez reflexionó sobre la idea de que la misión dentro de la iglesia no solo se mide por las acciones individuales, sino por lo que representa la hermandad viva en su totalidad.
Concluyó su emotivo testimonio con una cita de San Juan Bautista de la Salle, escrita en 1719: «Primero, recomiendo que siempre tengan una sumisión absoluta a la Iglesia… y que en el testimonio de esta sumisión no se separen en lo más mínimo de la Iglesia Romana».
Finalmente, Rodríguez expresó su gratitud y depositó su confianza en Dios, orando por su Santo Padre, el Papa Leo XIV, asegurándole su cercanía y apoyo fraternal en esta nueva y significativa misión al servicio de toda la iglesia.