Ciencia y tecnología

Se llama BYD y simboliza todo lo que China puede lograr.

No sabemos cuánto tiempo llevará, pero somos conscientes de que estamos viviendo en días que tendrán su propio lugar en la historia de los mercados financieros. Con cada día que pasa, nos preguntamos si estos momentos se convertirán en meras anécdotas en los libros de texto del futuro o si, por el contrario, se consolidarán como un capítulo significativo en la narrativa de la economía global. El tiempo es el único testigo que puede darnos una respuesta definitiva.

No obstante, desde el 2 de abril, algo ha cambiado de manera drástica en el mercado mundial de automóviles. Se ha presentado un factor que podría amenazar con desmantelar el sistema tal como lo conocemos hasta ahora, alterando las dinámicas del mercado de forma significativa.

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BYD se perfila como una oportunidad única en medio de este tumulto.

Una tarifa inquietante. Jim Farley, CEO de Ford, describió la situación de los aranceles en el sector automovilístico de los EE. UU. como «un agujero que nunca hemos visto antes». A partir del 2 de abril, se han impuesto aranceles del 25% sobre los automóviles importados en EE.UU. Este aumento afecta el costo de cada vehículo y es un desafío significativo para empresas que buscan mantener sus márgenes de beneficio sin aumentar precios.

Las complicaciones no terminan ahí; hay que tener en cuenta los componentes para la fabricación de estos vehículos. Si un automóvil se produce en EE.UU., su coste se incrementa debido a que muchas piezas, como la caja de cambios o el motor, provienen de fuera de sus fronteras. Además, el costo de los metales, como el acero y el aluminio, ha visto otro aumento del 25%, lo que agrava todavía más la situación… de hecho, es un elemento crucial en la producción de automóviles.

Un cálculo complicado. El dilema que enfrentan numerosos expertos es que, en la actualidad, resulta casi imposible para los EE. UU. atraer toda la cadena de suministro necesaria para todos los automóviles que importa en un plazo tan corto, que es precisamente lo que se espera lograr con estas nuevas medidas tarifarias.

De acuerdo con un análisis de BBC, el proceso de producción de un simple pistón se muestra como un desafío logístico, con componentes que circulan entre EE.UU., Canadá y México. Las palabras de Farley resuenan, especialmente considerando que su compañía, Ford, es la que más produce en suelo estadounidense después de Tesla. Sin embargo, la gran pregunta es: ¿cuánto se verán afectadas las empresas por estos aranceles?

El año pasado, EE.UU. importó vehículos y piezas por un valor total de 475,000 millones de dólares. Se estima que alrededor de la mitad de esta cifra corresponde a automóviles. De ese total, aproximadamente entre el 50% y el 60% proviene de Europa, y no es una mera casualidad que la Unión Europea ya esté sugiriendo levantar los aranceles a los bienes industriales.

Primeras consecuencias. En este contexto, hay dos caminos claros. El primero es, naturalmente, el aumento de precios. Las proyecciones indican que un comprador estadounidense podría ver incrementado el precio de un vehículo entre 5,000 y 15,000 dólares.

La situación se complica aún más porque es poco probable que los fabricantes mantengan el volumen actual de automóviles en el mercado. Mercedes, por ejemplo, está reconsiderando la venta de su modelo GLA, identificado como uno de los más pequeños y de menor margen de beneficio, una señal de preocupación que ha sido reportada por Bloomberg.

Stellantis, por otro lado, ya ha tomado medidas drásticas, como anunciar la despedido temporal de 900 empleados. Varias fábricas en Ontario (Canadá) y Toluca (México) han cerrado temporalmente, y Toyota ha reducido también su producción en EE.UU. y se enfrenta a dificultades similares en México. Volkswagen, a su vez, se ha visto obligado a adecuar su producción en México y Europa de acuerdo con las nuevas realidades.

El quinto productor. Si comenzamos a considerar las empresas implicadas, notamos que se presentan Toyota, Volkswagen y Stellantis como las más afectadas. Agregando General Motors y el grupo Hyundai/KIA, nos encontramos con que estos son los principales fabricantes automovilísticos del 2024.

El año pasado, BYD se acercó al quinto puesto, produciendo 4.27 millones de unidades, convirtiéndose así en el sexto productor a nivel mundial. Para este año, se prevé que supere los 5.5 millones de unidades, lo que le permitiría sobrepasar a la estrella del automovilismo (5.41 millones de unidades) y alcanzar a General Motors, que se encuentra en cuarta posición con seis millones de unidades.

Predicciones pobres. Stellantis ya había enfrentado dificultades el año pasado, logrando رقios 6.40 millones de automóviles en 2023, lo que ha empeorado su situación en el presente. Por su parte, General Motors también vio descender su producción, llegando a casi 200,000 vehículos menos que el año anterior.

Ambas compañías se encuentran en una posición complicada debido a los aranceles del 25% que se aplican a los automóviles, dado que Stellantis produce el 57% de los vehículos que vende, mientras que General Motors el 52%. Este vínculo hace que una gran parte de su producción dependa de los recursos traídos de México y Canadá, donde se producen el 39% y el 30% de sus automóviles, respectivamente.

Este último punto es crucial, ya que Canadá ha advertido a los EE. UU. que también implementará aranceles del 25% en los automóviles que exporten a su país, considerando que en 2024 Canadá importó vehículos estadounidenses por un valor de 15,500 millones de dólares.

Toyota y Volkswagen tampoco se guardan. Aunque General Motors y Stellantis son los jugadores más cercanos a BYD, tanto Toyota como Volkswagen enfrentarían serias dificultades si no se logra un acuerdo favorable entre Japón, la Unión Europea y EE.UU.

Para el año 2024, Toyota vendió 2.33 millones de vehículos en EE.UU., de los cuales solo 1.27 millones se fabricaron localmente. Por su parte, Volkswagen logró vender más de un millón de automóviles en Estados Unidos el año pasado, de los cuales 80% se verían afectados por estos aranceles de importación, lo que complica su situación más aún.

El momento adecuado. La situación actual representa una gran oportunidad para BYD, ya que la empresa aún no produce vehículos para el mercado estadounidense ni cuenta con fábricas dentro de sus fronteras. Esto significa que podría beneficiarse en un mercado que aún está en construcción.

A medida que sus competidores se ven obligados a vender menos automóviles a precios más altos, BYD se encuentra en una posición más fuerte para expandirse en Europa y los países emergentes. En 2023, China se convirtió en el mayor exportador de automóviles del mundo, una tendencia que parece continuar en 2024, donde ya se empieza a ver una diferencia considerable con Japón, un país que hasta hace poco dominaba el mercado.

La llave. Hasta ahora, los automóviles chinos han podido ofrecer precios competitivos. Sus vehículos son más asequibles que los de la competencia y cuentan con características más completas. Si empresas como Volkswagen, Stellantis o Toyota se ven obligadas a incrementar sus precios debido a la presión estadounidense, los fabricantes chinos tienen la oportunidad perfecta para ganar cuota de mercado en Europa.

BYD, en especial, está apostando por los híbridos Plug-in, que se han convertido en su producto estrella en mercados como el español, donde están recibiendo una amplia aceptación. MG, que ha estado compitiendo intensamente en el segmento de gama baja, también tiene mucho que ganar en este contexto.

BYD tiene previsto para este año exportar 800,000 automóviles fuera de China, duplicando así su capacidad actual. Para alcanzar este objetivo, su desempeño en Europa será crucial, al igual que en países como Australia y en diversas naciones de América del Sur, donde otras marcas chinas como Chery están empezando a abrirse camino.

Foto | Byd

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