
Costa Rica, un país que destaca por su biodiversidad, se posiciona como el sexto en el mundo en términos de especies de salamandras, al contar con un total de 58 diferentes variedades. Este impresionante número subraya la riqueza natural de la nación, a pesar de su particular ubicación en la zona intertropical, donde las salamandras típicamente habitualmente prefieren climas más fríos y resistentes. No obstante, este entorno tropical ha sido propicio para el desarrollo de una amplia gama de especies de salamandras.
De hecho, la Universidad de Costa Rica ha realizado un descubrimiento notable al identificar dos especies raras de salamandras que fueron desconocidas hasta ahora, el Chiquuitica bolitoglossa, referida también como B. Chiquuitica, y el Bolitoglossa Silentium, o B. silencio. Estas especies fueron identificadas después de un arduo proceso de investigación que se extendió por varios años, con el resultado de cuatro y dos copias conocidas respectivamente. Este hallazgo representa la culminación de un esfuerzo científico sostenido por parte del equipo investigador.
La especie Bolitoglossa Silentium fue reportada por primera vez en 2008 durante una expedición que duró ocho horas en la Estación Biológica del Valle del Silencio, situada en Telire, Talamanca. A pesar de su descubrimiento inicial, el estudio de esta especie tuvo que ser pausado debido a la falta de información adicional necesaria para caracterizarla adecuadamente. Por otro lado, el Chiquuitica bolitoglossa fue descubierto en 2013 tras una intensa expedición de cinco días en la ladera caribeña de la colina Utyum, también en Talamanca.
Este proceso de investigación ha sido documentado recientemente en la revista Zootaxa, una publicación internacional dedicada a la taxonomía, lo que subraya la importancia de estos hallazgos en el ámbito científico.
¿Cómo se identifica la raza de salamanda?
El trabajo para validar que estas salamandras son realmente nuevas ha llevado a los investigadores a explorar nuevos métodos en las montañas de Costa Rica y Panamá. Este esfuerzo tiene como objetivo garantizar que se está realizando un verdadero descubrimiento científico.
Erick Arias, investigador de la Escuela de Biología de la UCR y del Museo de Zoología, junto con Gerardo Chaves del mismo museo, Brian Kubicki, director del Centro de Investigación de Anfibios Costarricenses, y Gabriela Parra Olea, del Departamento de Zoología del Instituto de Biología de la Universidad Autónoma Nacional de México (UNAM), forman parte del equipo investigador. Este grupo ha llevado a cabo sus exploraciones en equipos de entre cuatro y cinco personas, incorporando también a guías locales y miembros de comunidades indígenas durante su pesquisa.
Agradecimientos a la UCR y a entidades como National Geographic permitieron financiar este proyecto, esencial para validar la diversidad biológica del país.
¿Eran realmente únicas salamandras?
Conocer los detalles de estas nuevas salamandras implica abordar el desafío que representan sus diminutos cuerpos. El B. Chiquuitica es reconocido como la salamandra de la familia Bolitoglossa más pequeña de Costa Rica, con machos adultos que alcanzan los 27 milímetros de longitud. El análisis de estas especies comenzó con la eutanasia de los ejemplares mediante anestesia en la piel. Con los permisos adecuados de las áreas nacionales de conservación (SINAC), se realizaron traslados hasta la UCR para su estudio.
Se tomaron muestras de fracciones de cola o hígado para realizar análisis genéticos. El resto de cada animal se conserva en alcohol a 70 grados en el Museo de Zoología. El siguiente paso consistió en una comparación de ADN que reveló diferencias de entre el 0.5% y el 3%, lo que confirmó que se trataba de nuevas especies de salamandra. Estas pruebas genéticas culminaron en laboratorios de México, donde los procesos pueden extenderse por más de un año.
Los secretos de Talamanca
Generalmente, las investigaciones de este tipo no solo buscan identificar salamandras, sino también evaluar la riqueza natural de la región. La Talamanca es conocida por su extraordinaria diversidad biológica; sin embargo, la falta de datos suficientes complica la evaluación de los escenarios potenciales de pérdida de biodiversidad. ¿Qué podría ocurrir si interrumpimos el ecosistema mediante la deforestación? ¿Cómo influiría el calentamiento global en esta zona?
Los investigadores recalcan que están en una fase preliminar de la investigación, enfocándose en localizar y describir las especies presentes en la región.
Durante el trabajo de campo, enfatizan lo exigente del terreno montañoso, señalando que aproximadamente el 60% del tiempo se dedicó a la travesía y el restante 40% a la recolección de material biológico.
¿Hay más descubrimientos?
El equipo científico ha identificado más razas de salamandras que presentan características físicas distintas a las de especies previamente conocidas. Esto plantea el reto de continuar investigando para mapear su ADN y determinar la existencia de nuevas variedades. Además, se tiene la tarea de realizar un mapeo geográfico detallado de las áreas de estudio.
El investigador Arias también mencionó que se están realizando progresos en una publicación sobre otra nueva especie en Chirrypó. Asimismo, existe un estudio en curso sobre una posible disminución en la población de salamandras en la zona conocida como colina de la muerte. Otra línea de investigación implicará la participación de estudiantes para el estudio de cómo las salamandras se comunican entre sí a través de feromonas.