Ciencia y tecnología

Los aranceles impuestos por Estados Unidos son una herramienta devastadora para la industria tecnológica, a excepción de los teléfonos móviles procedentes de China.

La nueva tarifa del 104% impuesta por la administración de Trump sobre las importaciones desde China promete reconfigurar drásticamente los fundamentos de la industria de los teléfonos inteligentes. Apple y Samsung, los dos gigantes dominantes en este sector, han desarrollado una parte significativa de su estrategia de producción en países que se verán especialmente perjudicados por estas severas medidas arancelarias. La incertidumbre económica resultante no solo impacta a estas empresas, sino que también plantea grandes preguntas sobre el futuro del mercado tecnológico global.

En contraste, se espera que los fabricantes de teléfonos móviles chinos puedan manejar mejor este desafío. Esto se debe a que, durante años, han implementado estrategias enfocadas en la internacionalización y la penetración en mercados que no dependen en gran medida de las relaciones comerciales con Estados Unidos. Como resultado, su exposición a los efectos devastadores de estas tarifas es considerablemente más baja en comparación con sus contrapartes occidentales.

104%. El gobierno de EE.UU. ha establecido oficialmente un arancel del 104% sobre las importaciones chinas, llevando la guerra comercial entre ambas naciones a un punto álgido y generando un impacto negativo en los mercados financieros. Las repercusiones de este movimiento han sido inmediatas y devastadoras, como se evidenció en la caída del valor de las acciones de Apple, que vieron una reducción cercana al 5%. Este fenómeno no se limita a Apple, sino que afecta a toda la gran tecnología, ya que las empresas luchan por adaptarse a un nuevo panorama comercial que amenaza con desestabilizar sus estrategias existentes.

Fabricantes Chinos y Estadounidenses. Para los productos de Apple y Samsung que se fabrican en China o Vietnam y se importan a Estados Unidos, los costos de producción están a punto de dispararse, sin que necesariamente haya aumentos en los precios de los productos. La situación es aún más complicada para los fabricantes chinos, quienes tradicionalmente no han tenido una fuerte presencia en el mercado estadounidense, lo que significa que las nuevas tarifas no les afectarán de la misma manera que a sus competidores.

Mientras que gigantes tecnológicos como Xiaomi, Oppo y Vivo no participan en el mercado estadounidense, marcas como OnePlus, TCL y Motorola, esta última propiedad de la empresa china Lenovo, ya tienen una presencia estable allí. De hecho, Lenovo es ahora el tercer fabricante de teléfonos inteligentes en los EE. UU..

El caso de Lenovo. Motorola y Lenovo enfrentan un panorama desafiante debido a estas nuevas tarifas. Su producción se lleva a cabo principalmente en países como China, Brasil e India, lo que significa que los aranceles del 104% en Estados Unidos ponen a la empresa en una posición crítica. Para continuar operando en el mercado estadounidense, se verán obligados a reestructurar considerablemente su cadena de suministro y producción, centrándose en trasladar sus operaciones fuera de China.

A pesar de que una producción diversificada podría ofrecer cierta mitigación contra los impactos de los aranceles, no resultaría suficiente para eludir las sanciones. Por ejemplo, el arancel en Brasil es solo del 10%, mientras que en India es del 26%. En este sentido, un arancel del 10% es manejable a través de una estrategia híbrida y la asunción de algunos costos, pero uno cercano al 30% requeriría decisiones drásticas y cambios operativos significativos.

Las consecuencias para otros fabricantes. En el caso de OnePlus y TCL, a pesar de su producción en países como India y Brasil, su estrategia de diversificación no es lo suficientemente robusta como para compensar el impacto de los aranceles, dado que una gran parte de su manufactura aún depende de China. La única alternativa viable parece ser un rápido desplazamiento de la producción hacia otras localizaciones en el extranjero.

Un retiro a tiempo. Lo más probable es que el panorama tras la implementación de tarifas sea una reducción significativa de la huella de las marcas asiáticas en el mercado estadounidense. A excepción de Motorola/Lenovo, la mayoría de los fabricantes chinos no han logrado establecer una base sólida en este mercado, lo que plantea preguntas críticas sobre su futuro en la región tras la escalada de la guerra comercial.

Aparte de los teléfonos móviles, las empresas como Xiaomi, que también comercializan otros productos electrónicos en Estados Unidos, encontrarán complicado mantener su presencia en el mercado si tienen que aumentar drásticamente los precios debido a los aranceles.

Una influencia global. Si bien marcas como Motorola pueden no estar completamente integradas en el mercado estadounidense, la pérdida de ingresos significativa que esto podría conllevar podría debilitar aún más su posición en el ámbito global. Por otro lado, empresas como OnePlus, TCL o Xiaomi, que tienen en cuenta su presencia en el país, podrían encontrar formas de absorber parcialmente la reducción de ingresos sin trasladar todos esos costos a los consumidores estadounidenses.

No obstante, el camino hacia el éxito no es sencillo. A pesar de que las marcas chinas tienen poca penetración en el mercado estadounidense, muchas están presentes en otras categorías de productos, incluyendo televisores, monitores y dispositivos del hogar. La cuestión que queda por resolver es si optarán por aumentar los precios en estas categorías o si trasladarán los costos adicionales a todo su catálogo de productos, incluyendo teléfonos inteligentes.

La guerra de los componentes. Los principales fabricantes chinos dependen de componentes provenientes de Estados Unidos, como los procesadores de Qualcomm y los cristales de Gorilla Glass de Corning. Ante este nuevo escenario, es probable que las empresas chinas deban buscar alternativas a la producción de chips en países como Taiwán a través de gigantes como TSMC o en la fundición de Samsung en Corea del Sur.

Una situación análoga vive la empresa Corning, que ha comenzado a diversificar su producción con plantas en Asia y Europa para poder satisfacer la demanda global. Sin embargo, las sanciones impuestas por Estados Unidos que limitan la venta de circuitos integrados sofisticados complican la posibilidad de que China reduzca su dependencia de componentes americanos. A medida que avanzamos hacia este nuevo paisaje comercial, queda por verse cómo las empresas adaptarán sus estrategias para enfrentar estos desafíos.

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