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La tragedia se intensifica tras el terremoto en Myanmar.

SAGAING, 1 de abril (Elmundo.CR) – En un trágico giro de los acontecimientos, Myanmar fue devastado por un terremoto de magnitud 7.7 el pasado viernes, dejando a su paso un panorama desolador. Los equipos de rescate continúan trabajando con intensa desesperación en su búsqueda de sobrevivientes entre los escombros, enfrentándose a un desafío monumental dadas las circunstancias adversas.

Las primeras 72 horas tras un terremoto son cruciales para localizar a las víctimas atrapadas bajo los escombros. Las estadísticas muestran que las posibilidades de supervivencia empiezan a disminuir notablemente una vez que este período ha transcurrido. Cada minuto cuenta, y la presión sobre los rescatistas es inmensa a medida que la realidad de la tragedia se convierte en un tema omnipresente.

Hasta el momento, se ha confirmado la muerte de más de 2000 personas, mientras que las cifras de heridos superan los 3900 y se reportan cerca de 300 desaparecidos. Los expertos en desastres y emergencias han expresado su preocupación por un posible aumento de las fatalidades, ya que el número real de muertos podría ser mucho mayor a medida que avancen las labores de rescate.

La situación se complica aún más debido a que la infraestructura de salud del país está siendo severamente afectada por el desastre. Los hospitales, así como el personal de rescate, incluidos los voluntarios de la Cruz Roja, están «abrumados» por la magnitud del desastre y el alto número de víctimas que necesitan atención médica de inmediato.

En respuesta a la crisis, equipos de asistencia humanitaria y rescate internacional han comenzado a llegar a Myanmar tras una solicitud de ayuda emitida por el Consejo Militar. Este esfuerzo de cooperación internacional es vital, ya que el país se enfrenta a una de las peores catástrofes naturales en años, que se suma a la ya complicada situación humanitaria que atraviesa desde 2021 debido a la guerra civil.

Myanmar ha visto un deterioro preocupante en su red de comunicaciones y en la infraestructura de salud, lo que ha dejado a millones de personas con insuficiencia de alimentos y refugio. El contexto actual es dramático; no solo la nación lidia con el impacto inmediato del terremoto, sino que también debe hacer frente a las secuelas de un conflicto prolongado que ha debilitado aún más sus capacidades de respuesta ante emergencias.

La combinación de estos factores hace que la recuperación sea una tarea monumental y que cada día que pase sin un acceso eficaz a la ayuda y asistencia sea una pérdida irreversible para los afectados. La necesidad de colaboración y apoyo internacional es más importante que nunca para ayudar a Myanmar a levantarse de esta devastación.