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La pista de tenis de Su Excelencia

El Papa Leo XIV ha introducido una serie de interrogantes que suelen surgir cada vez que la iglesia se embarca en la selección de un nuevo pontífice. Cada pequeño detalle de la vida de Robert Francis Prevost se convierte en tema de interés, desde sus gustos culinarios hasta sus inclinaciones políticas, pasando por sus preferencias deportivas y pasatiempos. Un dato curioso es que el Papa Francisco es ampliamente reconocido como un aficionado al fútbol con un equipo que representa su “alma”. Con la llegada de Leo XIV, la iglesia tiene la oportunidad de reiniciar una antigua tradición que se desarrolla en una de las áreas menos conocidas y más secretas del tenis en el Vaticano.

El viejo amigo de Chiclayo. Aunque el nuevo Papa nació en Chicago, su llegada a la ciudad peruana de Chiclayo fue recibida con gran alegría y cariño. Durante casi cuatro décadas de dedicación pastoral, dejó una huella imborrable. Su trayectoria comenzó en 1985 cuando se desempeñó como un joven misionero en una de las regiones más humildes del norte del país. Eventualmente se convirtió en obispo de Chiclayo.

Los habitantes de Chiclayo no lo recuerdan por su vestimenta ostentosa o por seguir estrictos protocolos, sino por escenas cotidianas como conducir un camión blanco a través de carreteras anegadas durante la temporada de lluvias. Se le recuerda por su dedicación en la distribución de alimentos, por transportar tanques de oxígeno en tiempos de pandemia, y por su cercanía con los creyentes, quienes lo visitaban a pie sin intermediarios. No es sorprendente que uno de sus pasatiempos favoritos fuera el tenis (y la música criolla), siendo común verlo jugar en el monasterio Santo Toribio de Mogrovejo.

Su llegada a la nueva posición como Papa también promete un giro en cuanto a sus preferencias culinarias.

La raqueta del Vaticano. Recientemente, se mencionó en un informe deportivo que, con la llegada del nuevo Papa, no solo se inicia un nuevo capítulo en la historia de la Iglesia Católica, sino que también se pone de relieve un aspecto curioso y poco conocido del corazón del Vaticano: la existencia de una cancha de tenis que permanece oculta tras las murallas del estado más pequeño del mundo.

Aunque no es visible desde la calle Aviso, su existencia es garantizada por una red protectora que se alza sobre la parte superior de las paredes cercanas al Museo del Vaticano. Lo que permanece fuera de la vista es una cancha de tenis revestida de color rojo, situada en la esquina norte del enclave papal. Este espacio es utilizado principalmente para la recreación de cardenales, miembros de la Guardia Suiza y, más recientemente, empleados del Vaticano junto con sus hijos.

La granja y la tradición. No obstante, la existencia de estas instalaciones es registrada no solo por imágenes satelitales, sino que es desconocida para muchos seguidores de la Santa Sede. Los archivos del Consejo Papal para los laicos documentan un pasado deportivo más activo que data de la década de 1970, cuando se llevaron a cabo torneos en los que participaron futuros cardenales como Giovanni Battista Re y el jesuita Roberto Tucci.

Esta tradición ha continuado, abriendo las puertas a empleados aficionados y a sus hijos, quienes son los más jóvenes y ágiles.

El tenista -papa. Lejos de mantener una pura ceremonia institucional como su única característica pública, el nuevo Papa se ha revelado como un entusiasta del tenis. En una entrevista concedida a la página web de la orden de San Agustín, Prevost se describe a sí mismo como «un verdadero aficionado al tenis» y confesó que después de su estancia en misión en Perú había tenido pocas oportunidades de jugar, por lo que espera retomar su actividad con la raqueta pronto.

Otro fan. Con tono distendido, bromeó sobre su lealtad a los Medias Blancas de Chicago en el béisbol, haciendo una analogía que resuena con moderados y resistentes. Además, desmintió rumores que lo vinculaban erróneamente con el ascenso del joven Carlos Alcaraz (en detrimento de los seguidores de Jannik Sinner).

A pesar de su nueva posición, que lo convierte en uno de los personajes más serios del mundo, su afición por el tenis le brinda un rostro humano y contemporáneo, que contrasta con los estrictos protocolos del Vaticano.

Secretos y tradición. Aunque puede parecer una anécdota menor en el contexto de un nuevo papado, The Times ha señalado que el descubrimiento de esta faceta deportiva del nuevo Papa, junto con la existencia de una cancha de tenis en el Vaticano, ofrece una ventana inesperada hacia los aspectos cotidianos y sorprendentes de la vida papal.

La existencia de esta cancha, como se mencionó, es desconocida incluso para algunos miembros del clero italiano. Esto confirma que las murallas del Vaticano aún ocultan secretos y tradiciones que escapan al ojo público. Además, un dato sumamente interesante es que actualmente no hay ningún miembro de la Guardia Suiza que practique este deporte, lo que podría facilitar la realización de un torneo amistoso si el Papa decidiera revivir esta tradición.

Imagen | Espacio negativoWikimedia

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