Ciencia y tecnología

La ESA declara que hay demasiados desechos espaciales

El creciente problema de los desechos espaciales se ha convertido en una preocupación urgente mientras los astronautas se ven forzados a utilizar refugios en sus naves tras incidentes, lo que ha provocando un aumento en la caída de fragmentos de cohetes sobre áreas pobladas y la desviación de múltiples vuelos comerciales. En este contexto, la Agencia Espacial Europea (ESA) está exigiendo la implementación de reglas más estrictas y una colaboración internacional más profunda para abordar el problema. Si dicha cooperación no se produce, la ESA está dispuesta a imponer sus propias regulaciones, con el objetivo de prevenir el temido síndrome de Kessler, un fenómeno en el que las colisiones de objetos en el espacio generan una cadena incontrolable de destrucción en órbita.

La situación se deteriora aún más. Al observar los datos, se puede decir que en 2024 la cantidad de desechos espaciales ha aumentado considerablemente debido a varios incidentes significativos. Uno de los más notorios ocurrió en mayo cuando un satélite ruso, inactivo durante tres años, reingresó a la órbita baja, lo que llevó a los astronautas de la Estación Espacial Internacional a buscar refugio en sus naves. Este incidente fue solo el comienzo de una serie de eventos preocupantes.

En agosto, un cohete chino CZ-6A sufrió una explosión tras haber desplegado 18 satélites en una órbita baja, lo que generó una nube de más de 300 fragmentos. Un incidente similar ocurrió en octubre, cuando el satélite de comunicación IS-33E, fabricado por Boeing, también se desintegró, aunque en este caso en la órbita geoestacionaria. Este último caso es aún más grave, ya que las 700 piezas resultantes podrían permanecer en el espacio durante miles de años.

Datos alarmantes. Según un informe reciente de la ESA, se estima que hay alrededor de 54,000 objetos de más de 10 centímetros orbitando la Tierra, que incluyen satélites activos. Sin embargo, la situación es aún más preocupante, ya que existen al menos 1.2 millones de objetos entre 1 y 10 centímetros. Estos también son peligrosos debido a su energía cinética, ya que pueden impactar misiones y satélites tripulados, provocando riesgos inminentes.

En el mismo informe, la ESA advierte que la tendencia actual de aumento en los desechos espaciales incrementa significativamente el riesgo del mencionado síndrome de Kessler. Esto podría llevar a una serie de colisiones en la órbita terrestre baja, afectando gravemente a las futuras generaciones que deseen utilizar esta región. En este contexto, las nuevas constelaciones de satélites, como las de Starlink, Kuiper y OneWeb, podrían también poner en peligro la seguridad de los astronautas que operan en el espacio.

Asimismo, no es sorprendente que China haya dedicado recursos significativos en 2024 para mejorar su estación espacial Tiangong, con el fin de protegerla de la creciente amenaza de los desechos espaciales y pequeños meteoroides. Sin embargo, los efectos de estos desechos no están limitados al espacio; también tienen consecuencias directas en la Tierra.

Las repercusiones en la Tierra. Ante el aumento constante de lanzamientos de cohetes, el problema de las caídas incontroladas de satélites y cohetes se vuelve más evidente. Aunque la mayoría de estos objetos se descomponen en la atmósfera, algunos componentes, como los tanques de fibra de carbono, pueden sobrevivir al intenso calor del reingreso, alcanzando velocidades de hasta 27,000 kilómetros por hora.

Además, tras varios incidentes, SpaceX ha comenzado a tocar los límites de su capacidad de lanzamiento. Uno de los eventos más cercanos ocurrió este año en el espacio aéreo de Polonia, cuando una segunda etapa del Falcon 9 se desintegró, permitiendo que varios fragmentos sobrevivieran al descenso y cayeran cerca de Poznan, incluso impactando un depósito en un complejo industrial.

La realización de pruebas frecuentes de nuevos cohetes también añade una capa adicional de preocupación. En este año, una nave espacial de SpaceX explotó dos veces en el Atlántico, resultando en el despliegue de fragmentos que causaron desvíos en varios vuelos comerciales en la región del Caribe y Florida. Mientras tanto, el nuevo cohete Glenn de Blue Origin se salió de control durante su vuelo inaugural en el Atlántico, aunque sin consecuencias graves.

Regulaciones más estrictas de la ESA. Aunque existen reglas previas que establecen que los satélites obsoletos deben ser retirados de la órbita en un plazo de 25 años tras finalizar su vida útil, la conformidad con estas regulaciones es altamente variable, siendo de solo 52% para satélites grandes. Por esta razón, la ESA ha decidido implementar una norma más estricta, reduciendo este plazo a cinco años para sus misiones, con la intención de establecer un estándar global más riguroso. Todo esto forma parte de un ambicioso objetivo conocido como «escombro cero», que busca lograr un entorno sin residuos para el año 2030.

Este marco incluirá la eliminación activa de la generación de residuos espaciales, la recolección activa de los desechos a través de tecnologías avanzadas, y la promoción de una economía circular en el espacio basada en los principios de las cuatro “R”: “Eliminar, reutilizar, renovar y reciclar”.

La necesidad de un marco internacional. No está claro si la ESA tomará la delantera en la implementación de normas más estrictas, dado que esto podría afectar el desarrollo de nuevas constelaciones comerciales. La cuestión de los desechos espaciales se está volviendo una prioridad fundamental en el ámbito legal internacional.

Aunque existe un marco legal, como lo demuestra la división de responsabilidades de 1972, que fue invocada en el caso del satélite soviético Kosmos 954, que dispersó material radiactivo sobre el norte de Canadá en 1978, o en el incidente en el que una cápsula de SpaceX cayó en una granja en Saskatchewan en 2024, sigue siendo complicado establecer la responsabilidad. Según un informe elaborado por la Universidad de Nueva York, es urgente establecer acuerdos internacionales más firmes y vinculantes para abordar esta creciente crisis.

Imagen | EL

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