Ciencia y tecnología

Japón contaba con el aliado ideal en México para inundar a Estados Unidos con automóviles híbridos, justo antes del final.

El gobierno de Donald Trump ha implementado medidas drásticas en su intento por proteger la industria automotriz estadounidense, estableciendo un arancel del 25% sobre cada vehículo que ingresa al país desde el extranjero. Esto no solo afecta profundamente las relaciones comerciales, sino que también crea un entorno hostil para los fabricantes que dependen de la globalización para sobrevivir. Este enfoque se asemeja a la construcción de un muro económico en el ámbito automovilístico, ya que se dificulta la importación de vehículos que contienen piezas provenientes de otros países.

Esta política tiene repercusiones significativas, particularmente en Europa, donde se espera que las ventas de automóviles estadounidenses alcancen un valor de 38.9 mil millones de euros para el año 2024. Sin embargo, el impacto resulta aún más notable en Japón, que había encontrado en Estados Unidos un mercado monumental para la venta de sus vehículos, especialmente los híbridos que cuentan con una gran popularidad. La situación se torna compleja para Japón, ya que la nueva normativa implica que los autos provenientes de México y Japón están sujetos a aranceles elevados, lo que limita su presencia y competitividad en el territorio estadounidense.

La realidad es alarmante. Cualquier vehículo fabricado en México incurrirá en tarifas, al igual que aquellos provenientes de Japón. Con un historial exitoso en el mercado estadounidense, ahora Japón enfrenta serias dificultades, ya que su presencia en el país se ha reducido considerablemente. Las fábricas que alguna vez florecieron en suelo estadounidense, productivas en la década de los 80, se ven amenazadas. Estas fábricas estaban inicialmente diseñadas para ensamblar vehículos, pero dependían en gran medida de que las piezas llegaran de Japón.

El complejo sistema japonés de automoción

La industria automotriz es un pilar fundamental para Japón. Para entender su impacto, basta con observar el valor de las exportaciones. Hasta hace poco, Japón encabezaba la lista mundial de venta de vehículos a otros países. Grandes empresas como Toyota y Honda son seguidas por una multitud de marcas menos conocidas como Nissan y Mitsubishi, además de otras reputadas como Mazda y Subaru. Japón tomó la decisión de instalar fábricas en EE. UU. a fines de la década de 1980, buscando crecer en este mercado. Sin embargo, la mayoría de las piezas continuaban siendo importadas desde Japón, lo que complicaba la situación actual tras la implementación de los nuevos aranceles.

A partir del año pasado, el sector automotriz japonés representaba el 3% del PIB nacional. Sin embargo, un porcentaje significativo de este comercio se debía a las exportaciones hacia Estados Unidos, que contribuyeron con un 28.3% de la cifra total de exportaciones hacia América del Norte. La situación financiera japonesa podría verse afectada significativamente con la permanente imposición de una tarifa del 25%, ya que se estima que podría llevar a una reducción del 0.2% del PIB nacional, según reportes de Reuters.

Durante más de 50 años, Estados Unidos ha sido el mercado principal para las exportaciones de automóviles japoneses. Por ejemplo, en 2015, Japón logró vender alrededor de 1.7 millones de autos en EE. UU., superando ampliamente las 700,000 unidades comercializadas en Europa. En 2023, los números indican que Japón exportó vehículos por un valor de $ 41,070 millones a los Estados Unidos, cifra que quedó muy cerca de los 38.9 mil millones de euros que se proyecta para el mercado estadounidense en 2024, equivalente a aproximadamente $ 42,560 millones.

Estos datos representan solamente una fracción de la producción de automóviles en Japón. Además, las empresas niponas han encontrado un socio estratégico en México, aprovechando su cercanía con los Estados Unidos para incrementar su competitividad en el mercado. Esta ventaja les permite ofrecer vehículos a precios más accesibles en comparación con los ofrecidos por marcas locales.

El enfoque de Trump ha encendido alarmas dentro del gobierno japonés. Por eso, en fechas recientes (7 de abril de 2025), Estados Unidos informó haber iniciado negociaciones con una delegación japonesa de alto nivel, buscando suavizar la tensión derivada de los nuevos aranceles.

Cabe destacar que, además del 25% de aranceles aplicados a los automóviles, Estados Unidos ha impuesto un 24% adicional a todas las importaciones provenientes de Japón Efusión. Esta situación ha llevado a una proyección de una disminución del 0.59% en las expectativas de crecimiento, como indica Bloomberg.

De acuerdo con cálculos realizados por Reuters, se estima que Japón podría enfrentar pérdidas por hasta $ 17,000 millones debido a estos aranceles. Bloomberg también destaca que los principales fabricantes estadounidenses no sufren este tipo de tarifas para sus ventas dentro de EE. UU., aunque enfrentan otros desafíos que les limitan la competitividad en comparación con los fabricantes japoneses, quienes se encuentran en una situación similar con el mercado europeo.

Aun así, la base de clientes que las empresas japonesas han cultivado en Estados Unidos es impresionante. Según Bloomberg, se estima que un 23% de los ingresos de Toyota provienen del mercado estadounidense, mientras que para Nissan la cifra asciende al 28%, siendo un impresionante 83% en el caso de Subaru. Este crecimiento se atribuye principalmente a la aceptación de los automóviles híbridos, en los que Japón tiene una posición privilegiada.

Esta es una situación crítica para marcas emblemáticas como Toyota. Sin embargo, la sólida trayectoria del gigante japonés le permite resistir mejor que otros en medio de esta tormenta. En el caso de Honda, la caída podría ser del 8%, según estimaciones de Reuters.

Por otro lado, la dependencia que tienen las empresas japonesas de las piezas producidas en México representa un reto significativo para las más pequeñas, especialmente para Mazda y Nissan, quienes están proyectando una caída en su rendimiento del 59% y 56%, respectivamente. Esta situación pone de manifiesto la fragilidad de su estrategia actual, que depende en gran medida de la producción y ensamblaje en el extranjero.

En efecto, Nissan se enfrenta a uno de sus períodos más desafiantes. La empresa busca un comprador para revertir la caída en sus ingresos y se ha visto forzada a implementar un recorte de 9,000 empleos. Hasta la fecha, el gobierno japonés no ha logrado encontrar como salvar a la compañía. Recientemente, la atención se ha centrado en Foxconn, que ha emergido como un posible comprador.

En un entorno donde la atención mundial se mueve hacia los vehículos eléctricos, la persistencia de Japón en el desarrollo de automóviles híbridos se convierte en un punto crítico. Sin un acuerdo con Estados Unidos, la situación para las marcas japonesas podría complicarse. Además, si no logran incrementar su producción de automóviles eléctricos de aquí a 2027, estarán en un grave aprieto frente a la competencia tanto en Europa como en China, donde la industria se está transformando rápidamente hacia vehículos eléctricos.

A medida que la competencia china en el sector automotriz se intensifica, el futuro se vuelve incierto para las empresas japonesas. En un momento en el que el mercado global está evolucionando a un ritmo acelerado, la capacidad de Japón para adaptarse será crucial para mantener su relevancia en la industria automotriz.

Foto | Shahzin Shajid Y Justin Cron

En | Mientras que el mundo vive una carrera vertiginosa a través del auto eléctrico, Japón va a su propio ritmo: el innovador dilema