
Lo sabemos desde hace mucho tiempo Incluso en el útero, los bebés reconocen la voz de su madre y que muestran preferencia por su lengua materna apenas unos días después de nacer. Sin embargo, Ahora, gracias a los estudios, sabemos un poco más Estudios de neuroimagen que han confirmado algo que sospechábamos: el cerebro de un recién nacido está preparado para reconocer idiomas extranjeros después de escucharlos en el útero durante el embarazo.
El experimento. Para llegar a esta conclusión, un equipo del Hospital Universitario Sainte-Justine de Montreal reclutó a 60 mujeres embarazadas de familias monolingües de habla francesa. A partir de aquí, realizaron dos fases diferentes: exposición prenatal y análisis cerebral posnatal.
Exposición prenatal. En este caso, se seleccionó un grupo de 39 fetos y se los sometió a registros históricos durante el último mes de embarazo. Para ello, las madres colocaron unos auriculares en su estómago para que el feto pudiera escuchar la historia en su lengua materna, el francés, y también en una lengua extranjera, el alemán o el hebreo.
Estas lenguas fueron elegidas específicamente porque sus propiedades rítmicas y fonológicas difieren mucho de las del francés. El segundo grupo, formado por 21 fetos, sirvió como control y no recibió ninguna exposición experimental, sino que sólo escuchó a los franceses hablar de su entorno natural, como ocurre con cualquier embarazo normal.
Análisis cerebral. A los pocos días de nacer (entre 10 y 78 horas), comenzaron a monitorizar la actividad cerebral de todos estos recién nacidos mientras escuchaban la misma historia en tres idiomas: francés, alemán y hebreo.
Para ello, utilizaron espectroscopia funcional de infrarrojo cercano (fNIRS), una técnica no invasiva que mide los cambios en la oxigenación de la sangre en el cerebro, para ver qué áreas se activan.
Los resultados. Sin duda fueron sorprendentes. Los cerebros de los recién nacidos respondieron casi de manera idéntica a su lengua materna y a la lengua extranjera que escucharon en el útero. En ambos casos, se observó un aumento de la actividad en las regiones temporales del hemisferio izquierdo, que, incluida el área de Broca, representa un área clave para el procesamiento del lenguaje.
Por el contrario, cuando estos bebés escucharon un idioma extranjero completamente nuevo (que no habían escuchado antes), sus cerebros respondieron de manera diferente, con menos activación en las áreas del lenguaje y más actividad en las regiones generales de procesamiento del sonido.
La conclusión. Este hallazgo sugiere que el cerebro fetal no sólo oye sino que también «aprende» a reconocer los patrones de un lenguaje, lo que lleva a la especialización del hemisferio izquierdo. Uno de los autores Punto En particular: «Nuestros resultados demuestran que incluso una breve exposición prenatal a una lengua extranjera puede hacerla reconocible para los recién nacidos, lo que lleva a patrones de activación cerebral similares a los observados al escuchar su lengua materna».
Anne Gallagher, neuropsicóloga de la Universidad de Montreal y autora principal del estudio, pone en perspectiva el concepto de «aprendizaje»: «No podemos decir que los bebés ‘aprenden’ un idioma antes del nacimiento. Lo que podemos decir es que los recién nacidos desarrollan una familiaridad con uno o más idiomas durante el embarazo, lo que da forma a sus redes cerebrales al nacer».
Comprender el desarrollo. Estos resultados refuerzan la idea de que el cerebro de un recién nacido no es una pizarra en blanco, sino que el entorno del embarazo contribuye de manera importante al desarrollo del cerebro, ya que el procesamiento cerebral comienza a formarse antes del nacimiento.
Sin embargo, los expertos advierten que este estudio no debe interpretarse como una guía para que los padres expongan a sus bebés a múltiples idiomas para hacerlos más inteligentes o multilingües. Pero nos da una idea de cómo se desarrolla esta importante característica.
Restricciones. Si bien el estudio es revelador, también tiene sus limitaciones, como un tamaño de muestra relativamente pequeño que impidió una comparación directa de las respuestas en alemán y hebreo, por ejemplo. Sin embargo, se ha demostrado que incluso una exposición breve y repetida a estímulos lingüísticos puede cambiar las redes cerebrales lingüísticas de un recién nacido y sentar así las bases para su desarrollo futuro.
Imágenes | Volodymyr Hryshchenko
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