

Los Estados Unidos establecieron por primera vez un marco de reunión e intentaron establecer negociaciones con Europa para abordar sus diferencias comerciales. Este intento se manifiesta claramente en la primera respuesta de la Unión Europea ante los aranceles del 25% que el gobierno de Donald Trump impuso sobre automóviles, piezas, acero y aluminio. Adicionalmente, se encuentra la tarifa del 20% aplicada en un formato de tarifa plana a todos los países de la Unión Europea, lo que ha generado una situación de tensión y preocupación frente a las repercusiones económicas.
La respuesta inmediata de la Unión Europea fue crear un ambiente de diálogo y Sentarse a negociar. La importancia de Europa se refleja en su impacto en numerosos sectores económicos, siendo la industria automotriz uno de los más afectados. De acuerdo con un informe de UGT, se estima que en Europa, aproximadamente el 3.2% de la fuerza laboral está empleada en la fabricación de vehículos y motores, así como en actividades relacionadas, incluyendo reparación y ventas.
En este contexto, se menciona el Informe Draghi, resultado de un estudio encargado por la Unión Europea al Banco Central Europeo. Este informe concluye que 13.8 millones de personas en Europa están empleadas en el sector automotriz, lo cual representa un 6.1% de la población activa. Esta cifra resalta la relevancia económica del sector y la necesidad de abordar los problemas derivantes de las tarifas impuestas.
Según la Comisión Europea, los vehículos exportados a Estados Unidos tienen un valor de 38.9 mil millones de euros. El único país que compite con esta cifra es el Reino Unido, que adquirió autos valorados en 34,300 millones de euros. Vale la pena destacar que muchos fabricantes europeos de vehículos están localizados en México y Canadá, donde producen a un costo más bajo para luego enviar estos automóviles a Estados Unidos como un medio de eludir tarifas.
Las restricciones comerciales han impactado dramáticamente a los fabricantes alemanes. Por ejemplo, el grupo Volkswagen ha suspendido sus entregas a Estados Unidos, al igual que algunas de sus operaciones desde México. Mercedes está considerando reducir su oferta en modelos más pequeños debido a márgenes de beneficio más bajos. Por otro lado, BMW, en un enfoque diferente, parece decidido a absorber las tarifas sin hacer cambios drásticos en su producción. Muchas empresas, incluso algunas de renombre, han tenido que enviar a casa a trabajadores o reducir su producción debido a la disminución de la demanda en Estados Unidos.
Una propuesta imposible
Con la intención de reparar las relaciones comerciales y mitigar el daño, la Unión Europea propuso sentar las bases para negociaciones relacionadas con vehículos y bienes industriales que pudieran operar sin tarifas. Como se reportó en El mundo, Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, recordó que esta propuesta fue formulada en febrero de este año.
Desafortunadamente, la Comisión Europea ha declarado que no han recibido una respuesta razonable a esta propuesta. Lo mismo ocurrió recientemente cuando Donald Trump, tras dejar una conferencia de prensa, amenazó a China con incrementar aún más los aranceles y dejó claro que la propuesta europea no le resultaba convincente.
Para Trump, «la UE ha sido difícil durante años. Siempre he mencionado que Estados Unidos ha sido afectado negativamente por el comercio. Esto ha llevado a crear una situación de monopolio y una fuerza homogénea contra nosotros… Pagamos para proteger a esos países militarmente, pero a la vez enfrentamos desventajas en el comercio», como se destaca en El País.
Un desafío sustancial para Europa radica en que existe un déficit comercial significativo en la relación comercial entre Estados Unidos y Europa en lo que respecta a la compra y venta de automóviles. El gobierno estadounidense no está dispuesto a considerar que Europa puede compensar algunas de estas pérdidas (junto con otros productos vendidos a Estados Unidos) a través de servicios. A pesar de la situación, el balance para Europa sigue siendo positivo, como se puede observar en un gráfico de Eldiario.es.
Según datos de Acea, el 15% de los vehículos exportados desde Europa tienen como destino Estados Unidos. Sin embargo, el valor es considerablemente elevado, ya que el 22% del dinero proviene de las exportaciones estadounidenses a nivel mundial. Esta cifra, que asciende a 38,500 millones de euros, contrasta significativamente con los 7.7 mil millones de euros que Europa importa desde Estados Unidos.
En términos de unidades, Europa exportó 749,170 vehículos ligeros a Estados Unidos, mientras que solo compró 164,857. El precio promedio de un automóvil vendido a Estados Unidos asciende a 51,400 euros, mientras que cada automóvil vendido por Estados Unidos a Europa tiene un coste aproximado de 46,800 euros.
Esto significa que si Estados Unidos busca lograr un equilibrio en la balanza comercial relacionada con los vehículos, se presentan opciones limitadas. La única alternativa que emergió recientemente es que Europa considere la compra de energía producida en Estados Unidos como una forma de compensar el déficit comercial existente relacionado con las importaciones de productos.
Aparte de estos números, existen diversos factores culturales que contribuyen a que Europa no pueda igualar las compras de automóviles de Estados Unidos. Un punto clave es que los automóviles producidos en Estados Unidos suelen ser considerablemente más grandes y no se adaptan a la filosofía y necesidades de las ciudades europeas, que tienden a promover automóviles más compactos y eficientes.
Asimismo, en el sector automotriz también pesa el hecho de que gran parte de la industria ha trasladado su producción a México y Canadá. Esto se debe a que los tratados comerciales permiten que vendan automóviles “americanos” que se producen a un costo inferior al que tendrían si se fabricaran dentro de los Estados Unidos.
Por el contrario, Europa ha desarrollado un mercado sólido para sus vehículos, incluso si el costo de producción es más elevado, especialmente en países como Alemania y Francia. Los fabricantes de menor escala han establecido contratos comerciales en lugares como Marruecos o Turquía. Aunque los costos son más bajos, la producción se desarrolla bajo estándares locales en Alemania y Polonia, similares a los de Estados Unidos y Canadá.
El desafío para los Estados Unidos radica en que los europeos están fabricando automóviles que sí captan interés y son enviados desde Europa, así como desde México y Canadá. Sin embargo, el mercado estadounidense está incentivando la producción de vehículos que carecen de demanda en Europa. Marcas como Ford han acordado producir modelos que interesan a los consumidores europeos, tales como el Ford Fiesta, Focus, Puma y Kuga.
Por ejemplo, Ford tiene claro que, aunque el Ford Mustang y el Ford Bronco se vendan en muy baja cantidad en Europa, son fabricados en Estados Unidos. Es importante señalar que las regulaciones de emisiones en Europa están diseñadas de forma que estos vehículos de alto consumo son cada vez menos viables. Un Ford Mustang con motor V8 emite aproximadamente 279 gr/km de CO2, lo que supone que por cada uno de estos vehículos vendido en Europa, Ford tiene que vender tres vehículos eléctricos para evitar sanciones a partir de 2027.
Foto | Ford y Sara Kurfeß
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