A lo largo de los años, el público español ha estado afinado su habilidad para diferenciar entre un plátano y una banana. Sin embargo, aún resulta complejo. Un evento reciente destacado por la Guardia Civil pone de relieve esta problemática.
En particular, una empresa de Alicante se sometió a una evaluación que abarcó más de 2,000 toneladas de plátano, las cuales fueron importadas con la indicación geográfica protegida de las Islas Canarias, específicamente de la variedad conocida como Banan. Este escándalo tuvo lugar solamente en 2023.
Un fraude de millones que fue destapado gracias a un soplo. Desde 2021, la empresa implicada había sido parte de una de las seis unidades oficiales de marketing de la Asociación de Productores de Bananas de las Islas Canarias, conocida como Asprocan.
El descubrimiento del fraude se produjo cuando un tercero envió un correo electrónico a la organización. En un video asociado, se mostraron a los operarios presentando Bananas de Madeira mientras las colocaban en la cinta de envasado, donde se etiquetaban automáticamente como si fueran plátanos canarios.
¿Es complicado identificarlos? Definitivamente. Existen diferencias significativas entre los plátanos y las bananas. Los plátanos son más pequeños, con un peso promedio de 135.5 gramos, en comparación con 237.7 gramos de las bananas. Su longitud varía, siendo aproximadamente 15 cm para los plátanos y 20 cm para las bananas. Además, la curvatura del plátano es mucho más pronunciada, su pulpa tiene un color amarillo más vibrante, y, por supuesto, la piel exhibe características distintas.
En lo que respecta al sabor, la textura y otros nutrientes, como las calorías, la diferencia es menos significativa. Aunque es polémico, es justo afirmar que la principal distinción entre ambos reside en su origen geográfico: el plátano, como bien sabemos, proviene de las Islas Canarias, mientras que la banana se cultiva principalmente en regiones de África y América Latina.
Este origen es crucial porque determina ciertas peculiaridades que van más allá de lo nutricional e incluso tocan aspectos como el tiempo de maduración en la planta. Sin embargo, estas diferencias no son suficientes para evitar confusiones y problemas en el mercado. Por ello, la IGP ha destinado considerables recursos a proteger su posición en el mercado español.
Mientras se desata la crisis. Según informes, esta red ilegal estuvo operando durante lo que algunos han descrito como una «gran pesadilla». Desde enero de 2023 hasta octubre de 2024, el plátano tuvo un precio promedio de 22 euros durante solo tres meses, los cuales podríamos calificar como rentables. Esto fue un gran inconveniente para los productores locales.
La operación fraudulenta proporcionaba a los plátanos de Banana, que son considerablemente más baratos, una ventaja competitiva muy significativa. Fue un engaño casi perfecto.
Exiges trazabilidad desde las Islas Canarias. Esto tiene su razón de ser: el plátano canario no es solo una simple fruta, sino que representa una política industrial crucial para las islas, respaldada por mecanismos regionales, nacionales y comunitarios. Durante años, han implementado «técnicas» para que los consumidores puedan identificar fácilmente estos productos, tal como sucede con la famosa etiqueta, ya que no pueden permitir que su reputación se vea afectada.
El problema, por supuesto, persiste. La realidad agrícola en las Islas Canarias, al igual que en el resto de España, es sumamente compleja. Hablamos de una industria que opera de manera bastante eficiente, pero que ha estado bajo estrictas regulaciones por un largo período de tiempo.
La apertura de los mercados internacionales y la llegada de una feroz competencia han resaltado un temor que llevábamos sospechando: nuestro sector agrícola es como un gigante con pies de barro. Si deseamos continuar siendo competitivos, es imperativo tomar decisiones cruciales. Necesitamos hacerlo lo antes posible.
Imagen | Pepepelopex | Steve Hopson
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