La fascinante historia se remonta más de cinco años atrás en Boddington, una localidad al sur de la vibrante ciudad australiana de Perth. En este lugar, conocido por su singular mezcla de animales peligrosos y minas de oro, un equipo de investigadores del CSIRO australiano, que es la organización de investigación científica más destacada del país, hizo un descubrimiento asombroso: ciertos tipos de troncos de champiñones del hongo Fusarium oxyssporum no solo eran capaces de extraer oro de su entorno y utilizarlo en su estructura, sino que también mostraron una sorprendente rapidez en su crecimiento en comparación con otras especies.
Al principio, esta información podría haber sido considerada una mera curiosidad científica, sin embargo, los acontecimientos del mundo natural han llevado a un cambio en nuestra percepción de su relevancia en los últimos años.
Pero, ¿por qué es este hallazgo considerado tan «extraño»? Esa es una excelente consulta. Está ampliamente documentado que los «hongos» desempeñan un papel esencial en la descomposición y el reciclaje de todo tipo de material orgánico, como hojas o cortezas, y también en el ciclo de ciertos metales incluyendo el aluminio, hierro, manganeso y calcio. ¿Por qué, entonces, no debería suceder lo mismo con el oro?
La respuesta se encuentra en una explicación proporcionada por Tsing Bohu, un investigador líder del proyecto, quien afirmó que «el oro es químicamente tan inactivo que estas interacciones son inusuales y sorprendentes; realmente hay que verlo para creerlo». Y realmente lo comprobaron.
La investigación fue publicada en la revista Comunicaciones de la Naturaleza, marcando un hito al ser la primera prueba concluyente de que los hongos podrían desempeñar un papel significativo en el ciclo del oro en la corteza terrestre.
El «hongo» de los huevos de oro. La industria minera se dio cuenta rápidamente de la importancia de este descubrimiento. En particular, en Australia, que es el segundo mayor productor de oro en el mundo. Sin embargo, los analistas advierten que la producción está en camino de declinar sin el descubrimiento de nuevos depósitos.
Inicialmente, la industria minera pensó que la investigación del CSIRO podría ser la clave para localizar estos nuevos depósitos. Como se ha mencionado anteriormente, es bastante común en Australia realizar prospecciones en los bosques de la familia Eucalipto o cerca de áreas geotérmicas debido a su estrecha relación con el oro. La pregunta es: ¿por qué no explorar la posibilidad de que las tribus de análisis, como el Fusarium oxyssporum, puedan indicar la presencia de oro?
Pero aún hay otra opción. Tal como afirmó Eduardo Bazar Eugenio Fernández en una conversación reveladora, han surgido en los últimos años empresas que están explorando lo que podríamos llamar «reducción metabólica«, lo que significa el uso de organismos para facilitar la extracción del oro.
«¿Y por qué querrías hacer eso?» podrías cuestionarte. «¿No sería más fácil identificar las localizaciones del oro y extraerlo con métodos industriales?» En la Tierra, esa podría parecer la manera más sencilla. No obstante, estas empresas están pensando más allá de lo convencional, acercándose a la «reducción del espacio».
Durante años, hemos especulado sobre la existencia de enormes depósitos minerales en el sistema solar, y simultáneamente hemos explorado maneras de aprovechar esos recursos. El reto radica en que nos enfrentamos a las limitaciones tecnológicas actuales, además de considerar los riesgos asociados a la minería convencional, especialmente cuando se trata del procesamiento del metal en el espacio.
¿Pero qué sucede si empleamos «reducción metabólica»? La propuesta sería enviar tribus modificadas de estos hongos (u otros microorganismos) que procesen el mineral en nuestro nombre. Esto podría facilitar enormemente la tarea. No tengo certeza sobre si sería más viable, pero simplemente parece más accesible.
Esta metodología es menos inusual de lo que podría parecer. Hemos implementado enfoques similares para producir innumerables productos de uso cotidiano. Sin embargo, la introducción de este concepto en la minería podría resultar un poco más compleja en términos de pura eficiencia. No obstante, esta es la situación presente.
En el momento en que escribo (y mientras la era de los materiales asequibles llega a su fin), diversos grupos de investigación están cultivando todo tipo de microorganismos con la esperanza de que la extracción de oro sea una realidad en el futuro cercano.
Imagen | Dominik Vanyi | Jaap Streunedo
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