




Australia es un país lleno de peculiaridades. No está en discusión que su cultura es un mosaico que combina antiguas tradiciones indígenas con influencias occidentales. Sin embargo, lo que realmente ha captado la atención del mundo son sus características únicas que rozan lo surrealista. En particular, la extraordinaria diversidad de fauna ha convertido a Australia en un tema recurrente de memes en el ámbito global. Esto se debe a que, en este vasto continente, cualquier paseante puede encontrarse con un peligro inminente, ya que se dice en tono de broma que cualquier error puede costar la vida. Un ejemplo de ello son los cocodrilos, pero no se trata de unos pocos reptiles dispersos; se refiere a una cifra asombrosa que rodea una ciudad entera.
Esta ciudad es Darwin, donde se estima que viven alrededor de 100,000 cocodrilos, y su presencia no es precisamente amigable.
Ironía. Este es un lugar que lleva el nombre de Charles Darwin, un investigador natural que revolucionó la biología con su teoría de la evolución. Fundada en el año 1869, Darwin es una ciudad que ha enfrentado múltiples adversidades a lo largo de su corta historia. Desde los ataques aéreos japoneses durante la Segunda Guerra Mundial hasta los desastres provocados por ciclones, la ciudad ha sido reconstruida numerosas veces. Con aproximadamente 150,000 habitantes, se erige como la capital más poblada del norte de Australia, aunque una porción significativa de su población no se desplaza en dos piernas.
Larrakia. La ciudad de Darwin está situada en un entorno privilegiado para todos aquellos que disfrutan de actividades al aire libre, especialmente los deportes acuáticos. Sin embargo, esta cercanía al mar y a uno de los pocos ríos del país viene acompañada de ciertas preocupaciones, especialmente debido a la constante presencia de cocodrilos. La población actual de cocodrilos en la zona es un tema candente y alarmante, habiendo cambiado drásticamente en cuestión de unas pocas décadas.
Los Larrakia, pueblos indígenas de esta región, han coexistido con estos reptiles durante más de 65,000 años. La razón de esta relación es doble: tanto espiritual como utilitaria. Para ellos, los cocodrilos no solo eran objeto de veneración, sino que también representaban una fuente valiosa de carne y huevos. Los cocodrilos de agua salada, específicamente el Crocodylus porosus, son considerados los más peligrosos, y su historia ha cambiado drásticamente desde mediados del siglo XX.
Desafío. Tras la Segunda Guerra Mundial, la población de Larrakia vio alterada su relación con los cocodrilos, que comenzaron a ser cazados principalmente no por su carne, sino por su piel. La moda de mediados de siglo impulsó la caza de estos reptiles y tuvo un impacto devastador sobre su población, que se redujo a tan solo 3,000 individuos en la década de 1960.
Esta caza fue considerada por muchos como una forma de desarrollo económico, atraída por el lucrativo negocio de la moda, sin embargo, la situación comenzó a cambiar en la década de 1970.
La niña. En 1971, se implementaron nuevas regulaciones de conservación que restringieron la caza de cocodrilos, lo que permitió que su población se recuperara de forma asombrosa. En solo 50 años, la población de cocodrilos ha crecido exponencialmente, alcanzando cifras cercanas a los 100,000 individuos. Gracias a las condiciones ideales del norte de Australia, caracterizadas por costas extensas y temperaturas cálidas, estos cocodrilos han encontrado un hábitat perfecto. Aunque son una especie agresiva, las estadísticas muestran que los ataques mortales han disminuido en los últimos años, lo que ha llevado a una mayor tranquilidad entre los habitantes de la región.
Además, la zona es ideal para practicar la pesca, la natación y otras actividades recreativas al aire libre. En respuesta a la creciente población de cocodrilos, Darwin ha establecido un sistema de trampas y asistentes de parques que se encargan de monitorear y controlar la situación, especialmente durante los meses cálidos cuando estos reptiles tienden a ser más activos.
Firmar. Kelly Ewin es uno de los rangers encargados de estas tareas, cuyo trabajo es atrapar y reubicar cocodrilos que se acercan demasiado a las áreas pobladas. En una entrevista con la BBC, Ewin explica que han implementado un sistema de 24 trampas alrededor de la ciudad para atrapar a los cocodrilos que invaden el área, especialmente en la zona portuaria. «No esperamos atrapar a todos los cocodrilos, pero cuanto más atrapemos del puerto, menor será el riesgo de que se encuentren con personas», afirma este ex oficial de policía.
Además, la educación de la población juega un papel crucial en la gestión de esta convivencia. El gobierno ha lanzado un programa llamado «Sabiendo cerca de los cocodrilos», dirigido por Natasha Hoffman, con el objetivo de instruir a los residentes sobre cómo comportarse en el entorno de estos reptiles. Natasha enfatiza que vivir en un país habitado por cocodrilos implica conocer cómo actuar si se encuentra con uno.
«Si estás en un barco pescando, debes ser consciente de que los cocodrilos están presentes. Cazan con emboscadas, permanecen inmóviles, observan y esperan. Si tienes alguna oportunidad, actuarás», explica la educadora.
Licencia para matar. A pesar de las restricciones sobre la caza de cocodrilos en las partes norteñas del país, las autoridades han planteado aumentar la cuota de cocodrilos que pueden ser sacrificados anualmente, pasando de 300 a 1,200, con la intención de controlar la población. Si hay un riesgo inminente de un encuentro entre un cocodrilo y un humano, los guardabosques cuentan con la autorización de actuar para neutralizar la amenaza.
El problema radica en que la cantidad de cocodrilos ha crecido tanto que se ha vuelto complicado, y son extremadamente agresivos cuando se siente amenazados. Este debate se ve intensificado cada vez que se producen incidentes y surge el cuestionamiento sobre la necesidad de una caza masiva de cocodrilos. Algunos políticos afirman que la población está fuera de control, en una situación que no es unánime entre toda la comunidad.
Negocio. La caza de cocodrilos no se limita al ámbito local; el turismo también juega un papel importante en esta dinámica. Alex Williams, capitán de un crucero que ofrece tours de observación de cocodrilos, señala que en la última década ha habido un aumento en el número de turistas interesados. Sin embargo, advierte que no existen ríos seguros; «Si decides nadar en el río Adelaide cerca de Darwin, tienes un 100% de posibilidades de que un cocodrilo te ataque. La única duda es si te llevará cinco minutos o diez», comenta Grahame Webb, experto en cocodrilos. Aun así, hay atracciones como la «jaula de la muerte», donde las personas pueden nadar al lado de enormes cocodrilos sin protección.
Aparte del turismo, existe una industria de granja intensiva donde se crían cocodrilos en condiciones controladas, con el objetivo de sacrificarles y vender sus pieles a marcas de lujo. Esta industria está llena de controversias, y se estima que Australia produce alrededor del 60% de las pieles de cocodrilo a nivel mundial, siendo el norte del país responsable de dos tercios de esta producción. Estas granjas suministran a reconocidas casas de moda como Hermès y Louis Vuitton.
Ética. Además de estos 100,000 cocodrilos salvajes que habitan en las aguas de Darwin, es importante considerar también a las decenas de miles de cocodrilos que han crecido en cautiverio. Los grupos de conservación se han pronunciado sobre las condiciones en que viven estos reptiles, denunciando que en muchas granjas se amontonan los cocodrilos jóvenes en espacios reducidos, lo que propicia la aparición de enfermedades como la Salmonella, afectando no solo a los reptiles, sino también a los trabajadores y al ambiente en general.
«Lo que hemos logrado es algo que muy pocas personas pueden hacer: gestionar grandes depredadores de una manera que el público esté dispuesto a aceptar», reitera Webb, mostrando así un enfoque pragmático hacia una situación compleja. La verdad es que la gestión de una población como esta no es tarea fácil y no parece haber una solución ideal que funcione para todos.
Las tensiones entre ambientalistas, políticos y las comunidades indígenas que han habitado estas tierras de manera ancestral son constantes. A pesar de todo, han pasado casi 60 años desde que estos reptiles comenzaron a colonizar un territorio que solía ser suyo.
Fotos | Bieber, Turismo NT, Fvanrenterghem, Achim Raschka
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