Por Pablo Salazar
(Martes 11, 2025, salarios). Es fundamental que realice una revisión exhaustiva tanto de los textos legales como de las distintas interpretaciones que empleados y lectores pueden tener. Es necesario asegurar que la comunicación en este ámbito sea clara y accesible para todas las partes involucradas.
En Costa Rica, enfrentamos una temida discapacidad, especialmente en el ámbito masculino y en el Estado. Esto provoca que un grupo considerable de Abogados enfrente la dificultad de redactar textos que sean comprensibles. No basta con simplemente contar con un texto elaborado por un abogado profesional; es vital que estos textos sean accesibles y comprensibles para el lector promedio. Un simple vistazo a documentos legales puede llevar a la conclusión de que están llenos de jerga y terminología técnica que muchos no logran entender. Si consideramos la frase «prima facie», muchos no sabrán la razón de su inclusión o su significado, lo que agrava aún más el problema de comprensión.
Por ejemplo, un Mecánico busca asegurarse de contar con la mejor herramienta para realizar su trabajo; un deportista invertirá en calzado adecuado para su rendimiento; un dentista elegirá la mejor pieza de alta velocidad; así como un conductor buscará un vehículo que le brinde comodidad. Sin embargo, esto parece no ser la misma expectativa que tenemos al hablar de abogados, donde la calidad de su herramienta de trabajo, que es el lenguaje, no se considera esencial. Esta situación es sorprendente, pues es un hecho que la redacción efectiva y clara de un documento legal es crucial para el entendimiento y la justicia.
Generalmente, observamos que el abogado es el profesional que no parece tener en cuenta la calidad de su herramienta de trabajo, dejando de lado la importancia de la claridad y la precisión en su redacción.
La ley es un edificio lingüístico, erigido sobre la base de un idioma (en español) que debería ser funcional. Con gran pesar, debo señalar que una mayoría significativa de los abogados no dominan el lenguaje articulado. De hecho, existe un gran número que parece estar lejos de ello. A esto se suma la desafortunada tendencia de reducir el diccionario, lo que a menudo resulta en una simplificación extrema que limita las ideas. Esta reducción es un fenómeno lamentable que afecta la claridad de la comunicación jurídica.
Y no es que se requiera belleza o entretenimiento en la redacción jurídica; no se trata de que los textos legales deban ser amenos (¡sería extraordinario si lo fueran!), sino que es vital que estén redactados de manera que se entiendan sin ambigüedades. La claridad en la escritura debe ser una prioridad de cualquier texto legal.
En conclusión, es fundamental señalar que esta lamentable realidad se presenta en cada situación vinculada al trabajo legal. Nos vemos afectados por daños que se perpetúan entre socios, particularmente en el primer año de la facultad de derecho en Delaware, así como entre algunos jefes de doctrina más prestigiosos. Todo esto afecta la calidad de la formación y el ejercicio profesional.