
El evento tuvo lugar en octubre, pero ha pasado desapercibido para el público en general: Estados Unidos incrementó su inversión en las minas brasileñas dedicadas al suministro de tierras raras y minerales críticos, los cuales están profundamente dominados por Fausasia de Hierro. En aquel momento, Trump era simplemente un candidato presidencial, mientras que las dinámicas del comercio global, en particular entre China y Estados Unidos, se mantenían en un estado de monotonía que caracterizaba esos días. A lo largo de los meses, sabemos que la situación se transformó radicalmente, y cuando funcionarios de Washington visitaron Brasil para «su» mina, se encontraron con sorpresas inesperadas.
Contexto: una mina singular. La Mina de Serra Verde, localizada en el estado brasileño de Goiás, se ha convertido en el único productor activo que puede competir con China, extrayendo tierras raras de un tipo de deposición de ión, un método menos complejo que las rocas duras, ya que no requiere procesos de corte. Estos minerales son esenciales para la fabricación de imanes permanentes que se utilizan en vehículos eléctricos y turbinas eólicas, dentro de la Estrategia MSP impulsada por Estados Unidos.
Con el inicio de la producción comercial y el anuncio de una ronda de financiamiento en octubre por un total de $150 millones, aportados por Denham Capital, Energy and Minerals Group y Vision Blue, Serra Verde comenzó a posicionarse como un actor clave en la carrera por reducir la dependencia de China en Occidente. Moraitis Thras, el CEO de la empresa, hizo hincapié en que estos fondos les permitirían alcanzar la escala necesaria para competir en un mercado distorsionado por los bajos costos de producción en China.
No obstante, había un inconveniente que complicaba la situación.
La paradoja y la hegemonía china. Tras varios meses de operaciones, en el núcleo de la comunidad brasileña de Minaçu, una zona con antecedentes de minería de asbesto, se ha abierto un gran pozo que contiene, según expertos, una posible solución al urgente problema que enfrenta Occidente: el acceso a tierras raras, esos minerales estratégicos que son fundamentales para la producción de diversas tecnologías críticas.
Al iniciar Serra Verde, que generalmente había dependido de capital estadounidense (y en menor medida, de otras fuentes), se convirtió en el único productor no asiático que genera volumen significante de algunas de las tierras raras más difíciles de conseguir. Sin embargo, el potencial geopolítico de esta operación se vio rápidamente sujeto a una paradoja estructural: toda su producción ya tiene compromisos contractuales establecidos … con China, el único país con la capacidad técnica y el desenvolvimiento industrial para separar y procesar los elementos difíciles de extraer de este material.
El monopolio de Beijing. El caso de Serra Verde no es una excepción, sino un reflejo de una hegemonía meticulosamente construida. China no solo domina la extracción de los 17 elementos de tierras raras conocidos, que son básicos para las industrias automotriz, aeroespacial, electrónica y militar, sino que también controla el proceso de refinamiento de estos minerales. A pesar de que estos elementos son relativamente abundantes en la corteza terrestre, su separación se considera técnicamente complicada y económicamente desafiante, lo que llevó a que, durante varias décadas, el Occidente delegara esta tarea a China.
En particular, en el caso de las tierras raras severas como el Disposio y el Terbio, China mantiene prácticamente un monopolio global sobre su separación y refinamiento, lo que pone de manifiesto que, mientras Occidente busca alternativas como Serra Verde en Brasil, carece de la infraestructura y del know-how industrial necesarios para procesarlos adecuadamente. Debido a su planificación a largo plazo, China se encuentra en una ubicación privilegiada, incluso en medio de las tensiones comerciales crecientes. Su control sobre las minas es fundamental para la cadena de suministro de estos países productivos, lo que dificulta la independencia del resto del mundo.
Un bloque crítico. La búsqueda de Brasil como proveedor alternativo no es un concepto nuevo, sino que se ha vuelto urgente. Desde 2010, China ha interrumpido sus exportaciones de tierras raras a Japón debido a una disputa territorial, lo que puso de manifiesto la vulnerabilidad global en este ámbito. Como ya mencionamos, Denham Capital, una firma de inversión privada con sede en Boston, fue pionera al invertir en Brasil, apostando por el Proyecto Serra Verde en el mismo año de la interrupción.
A pesar del potencial, el proyecto enfrentaba un desafío fundamental: fuera de China, había una falta de capacidad para refinar adecuadamente los materiales extraídos. De hecho, tras catorce años de trabajo, y entras inversiones adicionales de $150 millones en octubre, la mina ya había realizado compromisos de venta de su producción a China hasta al menos 2027. Moraitis Thras, el CEO de la mina, comentó que, a pesar de que hay un interés global en sus minerales, la realidad es que no pueden hacer gran cosa debido a los contratos existentes que ya tienen un destino asegurado.
Reacciones a largo plazo. Serra Verde no es el único ejemplo de esta inevitable dependencia. Materiales de MP es otra empresa que, apoyada por el gobierno estadounidense, se dedica a separar elementos de tierras raras ligeras en California, pero que, hasta hace poco, vendía el 80% de su producción a China debido a que no podía procesar los elementos pesados. Según The New York Times, se está desarrollando actualmente un proyecto en California, financiado por el Pentágono, que podría encargarse de esta tarea en el futuro, junto con otros proyectos en Francia y Estonia.
Pese a esto, todas estas iniciativas requerirán años para materializarse. Incluso con plazos optimistas, el acceso a nuevos depósitos de tierras raras y pesadas permanecerá limitado. La Mina Serra Verde, por su parte, espera producir solo algunas cientas toneladas de estos minerales esenciales para 2027, lo que, si se concreta, duplicaría la oferta fuera de Asia. El resto del suministro internazionale proviene actualmente de fuentes marginales, que incluyen los subproductos de carbón y uranio, lo que reitera la urgencia de la situación.
Ventaja estratégica. La consolidación de China como un poder innegable no parece ser el resultado del azar en este sector, sino más bien una manifestación de una visión industrial que se ha cultivado durante décadas. Mientras que Estados Unidos y sus aliados apenas comienzan a reaccionar ante la gravedad del asunto, Beijing, además de sus capacidades técnicas, ha construido una cadena de suministro robusta y vínculos contractuales que aseguran su control sobre este recurso crítico.
Moraitis expresó en ese momento que no queda más que reconocer lo evidente: la planificación estratégica de la nación asiática ha sido notablemente efectiva, y contrarrestar su influencia será extremadamente complicado. Sin embargo, lo que está en juego son las tierras raras que podrían proporcionar autonomía tecnológica a Occidente, lo que incrementa una dependencia que, con cada tonelada extraída del suelo brasileño, resulta más difícil de revertir y se traduce en una salida de divisas significativa.
Imagen | Serra verde
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