Por qué Broadhurst
Ciborg Bee es un logro científico con aplicaciones civiles y militares. Después de un largo retraso en los Estados Unidos y Japón, China restaura la tierra gracias a la financiación masiva y su poderosa industria electrónica. Incluso tiene el registro del controlador de insectos más ligero del mundo.
Es una abeja viva, equipada con un mini controlador electrónico que le permite llevarlo desde la distancia. El dispositivo pesa solo 74 miligramos, menos que un impuesto de néctar que transporta naturalmente a la abeja. Mira su espalda y envía pequeños impulsos eléctricos a su cerebro para girar a la izquierda, a la derecha, avanzar o regresar. En las pruebas, nueve de cada diez veces, la abeja obedece.
Este es un logro científico: el aparato de control de insectos es el más ligero jamás diseñado, lo que demuestra el poder de la miniatura en China. Además, las aplicaciones son muy específicas: estas abejas se pueden usar para detectar sobrevivientes entre los escombros después de un terremoto o para monitorear áreas sensibles discretamente.
¿Se usará para espiar?
Esta tecnología tiene un doble uso. Estos insectos tienen habilidades naturales extraordinarias: unos pocos kilómetros vuelan sin cansarse, saben cómo colarse en muchos espacios estrechos y camuflar fácilmente entre sí.
En el campo de la fianza, sus vidas pueden salvar. Pero en un contexto militar o policial, se puede utilizar para espiar, reconocimiento en entornos urbanos o incluso operaciones anti -terroristas. Es por eso que China apuesta tanto a este tipo de bio-robótico: quiere alcanzar y superar a los Estados Unidos y Japón, lo que hasta ahora ha liderado este campo.
Un logro científico con implicaciones éticas
El Instituto Electrónico del Instituto Beijing ha empujado los circuitos electrónicos a una película flexible, tan bien como el ala de un insecto. Tres pequeñas agujas estimulan el pan con impulsos. Crea una especie de ilusión que causa sus movimientos. Por el momento, la abeja debe estar conectada a una fuente de energía, ya que las baterías que son lo suficientemente potentes como para volar sin cables aún son demasiado pesadas.
Pero todavía no está completamente operativo, porque todavía hay restricciones. Las abejas aún no pueden mover las piernas a voluntad y su resistencia es limitada. Los investigadores trabajan para mejorar las baterías de miniatura y la precisión de las señales.
Sin embargo, se plantean problemas éticos. Primero, sobre la experimentación de animales: incluso si los insectos, hablamos de la estimulación invasiva del cerebro para controlarlo. En segundo lugar, el riesgo de abuso es: una tecnología diseñada para salvar vidas también se puede utilizar para militarizar la naturaleza. Además, se debe monitorear el impacto ecológico: si estos experimentos aumentan, puede alterar las poblaciones de insectos que ya se han debilitado.