

La reciente elección de la primera oficina de la Asamblea Legislativa ha tenido un impacto significativo en las Unidades Sociales Cristianas (PUSC), evidenciando diferencias internas y violaciones en los acuerdos previamente establecidos. El 1 de mayo se convirtió en un hito marcado por una acalorada disputa en la que Carlos Felipe García se alzó como ganador frente a su oponente, Daniela Rojas, en una contienda que ha generado controversia en el ámbito político costarricense.
Dentro del contexto del cristianismo social, la dinámica política se vio alterada tras un intensivo debate interno, que culminó en una serie de votos iniciales que parecían favorecer a Rodrigo Arias de Verdiblanco para la Oficina Presidencial del Parlamento, junto con Vanessa Castro para el cargo de Vicepresidenta y Daniela Rojas como Primer Secretario. Sin embargo, esta aparente unidad se fracturó cuando García anunció su intención de competir, lo que desencadenó una serie de tensiones y reacciones dentro del partido.
Este lunes, el medio Observador tuvo la oportunidad de dialogar con García, quien compartió su perspectiva sobre las declaraciones de su compañera Rojas. Él insistió en que el papel del partido en este proceso electoral era indiscutiblemente fundamental y más complejo de lo que se había planteado públicamente.
El representante adjunto negó categóricamente que existiera un acuerdo previo sobre un tema específico, argumentando que su apoyo se debía al liderazgo demostrado durante su tercer año legislativo en el cargo. García comentó que la situación se tornó más complicada cuando el comandante del delito, Alejandro Pacheco, y el candidato presidencial, Juan Carlos Hidalgo, le solicitaron a Rojas que considerara su candidatura, aunque posteriormente aclaró que esta interpretación fue una versión distorsionada de la realidad.
Observador volvió a abordar este tema, poniendo de manifiesto la necesidad de esclarecer los malentendidos que llevaron a la situación actual.
El diputado Carlos Felipe García da la bienvenida al resultado de la primera oficina de la Junta Legislativa. (Foto: Alonso Solano / The Observer)
Varias fuentes han consultado a los involucrados en la reciente elección de la Legislatura, que se llevó a cabo con la participación de 28 suplentes, y un voto en blanco que refleja la polarización existente en el interior del partido. Tanto Pacheco como Rojas han desmentido la existencia de un acuerdo previo, mientras que Hidalgo ha trasladado la atención hacia su campaña política, afirmando que estos conflictos deben ser considerados como asuntos del pasado.
«Eso es incorrecto. Solo intercambié mensajes con el candidato presidencial el día que fui elegido para la primera oficina del delito, y no hubo ninguna solicitud formal de su parte,» declaró Hidalgo a Observador, mientras que enfatizaba que todos se están enfocando hacia adelante.
«Las decisiones nunca fueron apoyadas ni acordadas,» agregó, tomando una posición firme en su defensa sobre el manejo de la situación.
Lo que dijo Hidalgo
En un reciente comunicado, el presidente electo del PUSC, que se espera sea ratificado en julio, optó por no responder a la consulta sobre la supuesta solicitud. «He dicho lo que tenía que decir sobre el tema que ya se ha puesto en agenda,» compartió Hidalgo con Observador.
El viernes pasado, a través de un mensaje silencioso enviado a los medios, Hidalgo expresó su frustración respecto a los eventos que llevaron a la fractura del partido, reflejando la división entre grupos de su organización.
«Muchos cristianos sociales estamos descontentos porque no logramos consolidar un apoyo unificado el 1 de mayo,» agregó, mostrando su preocupación por la falta de cohesión en momentos críticos.
El vicepresidente de Pusc, Carlos Felipe García, habló con la violación oficial el 1 de mayo. (Foto: Alonso Solano / The Observer)
El voto controvertido
La situación del PUSC ha puesto de manifiesto divisiones significativas dentro del partido, las cuales fueron evidentes el 1 de mayo. Aunque la mayoría de los miembros habían apoyado a Rojas como candidata para la oficina, ese mismo día otros suplentes decidieron agregar el nombre de García, contribuyendo a la confusión en la votación.
García comentó sobre esta situación, afirmando que «las negociaciones comenzaron el jueves por la mañana cuando tres miembros del partido me comunicaron que había posibilidades de que ciertas violaciones respaldaran mi oferta.» Estos miembros incluyen a Melina Ajoy, Carlos Andrés Robles y Leslye Bojorges, que se alinearon con él para impulsar la candidatura alternativa.
Por el contrario, otros legisladores como Rojas, María Marta Carballo, Horacio Alvarado y Alejandro Pacheco mantuvieron su apoyo hacia Rojas, lo que evidenció una clara fractura en la base partidaria. Vanessa Castro, por su parte, decidió abstenerse y no votó, lo que terminó favoreciendo a García.
Las declaraciones de Rojas calificando los sucesos del jueves como un «fraude» indican un clima de tensión y desconfianza. «Valoro la lealtad de Rojas, pero con el apoyo de cuatro colegas y otros suplentes, teníamos la convicción de seguir adelante,» respondió García.
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Carlos Felipe García habló y negoció con varios alternativos para las elecciones. Su compañero Leslye Bojorge
A la corte de ética?
A pesar de los momentos de crisis y alegaciones de fraude en el seno del partido, las tres alternativas consultadas han manifestado que, por el momento, no contemplan llevar el asunto a la Corte de Ética del PUSC. «No sé qué opinan los demás, pero no he pensado en eso. El 1 de mayo todos asumirán las consecuencias de sus decisiones, y yo seguiré concentrándome en mi trabajo legislativo y lo que fui elegido para hacer,» declaró Daniela Rojas.
Asimismo, Alejandro Pacheco sostuvo: «No tengo conocimiento de lo que opinan otros, hay que analizarlo con sensatez antes de tomar decisiones.» Las declaraciones de María Marta Carballo también reflejan cierto grado de desánimo: «No he considerado esto y no creo que sea un ejemplo para el partido, aunque reitero que el 1 de mayo, esta situación representa una clara falta de lealtad,» comentó la legisladora.
Según Carballo, la situación actual no solo supone una falta de ética, sino que también atenta contra los principios que deberían regir todas las relaciones, sean estas políticas, profesionales o personales.