La capital francesa ha dado un paso histórico al inaugurar su primer monumento dedicado a honrar a las personas homosexuales que fueron deportadas durante la ocupación nazi. La alcaldesa de París, Anne Hidalgo, enfatizó la importancia de este gesto, afirmando rotundamente: «No queremos que vuelva a suceder». Este monumento es un recordatorio de la lucha contra la homofobia, la transobia y la bifobia, simbolizado por el triángulo rosado que los nazis utilizaron para identificar a estos individuos en los campos de concentración.
El homenaje a los ‘Triángulos de Rosas’ tiene un significado profundo, dado que su simbolismo se remonta a un periodo oscuro de nuestra historia marcado por la intolerancia. La ceremonia de inauguración fue presidida por la alcaldesa socialista de París, Anne Hidalgo, y se llevó a cabo en un contexto en el que los crímenes contra la comunidad LGTB+ están aumentando en Francia y en otros lugares del mundo. Este nuevo monumento no solo representa una puesta en valor de la memoria histórica, sino que también trata de enviar un fuerte mensaje de resistencia ante la persecución que todavía sufren muchas personas por su orientación sexual.
Durante su discurso, Hidalgo instó a la sociedad a luchar contra el fenómeno de la negación de estos hechos históricos, subrayando que la tarea de recordar y educar tiene un carácter más urgente en estos tiempos. «Hoy hay vientos opuestos, poderosos y extremadamente peligrosos que quieren negar la diversidad», declaró. Sostuvo que el monumento sirve como un recordatorio constante de la historia y como un llamado a no olvidar los horrores del pasado.
Pasado y presente
El monumento ha sido concebido por el reconocido artista Jean-Luc Verna, y está situado en el jardín del puerto del Arsenal, una ubicación cercana a la emblemática Bastilla. Según Verna, «La cara oscura de la estrella son los cuerpos quemados, es el duelo, también es una sombra que nos dice que las cosas pueden volver a suceder». Esta reflexión resalta no solo el sufrimiento del pasado, sino también la fragilidad de la libertad y de los derechos humanos en nuestras sociedades actuales.
El artista continuó, diciendo que «la otra cara, el espejo, es el presente, con los colores del tiempo que pasa y el aire de París que cambia tan rápido como la opinión pública puede cambiar». Su obra busca capturar ese contraste entre el pasado doloroso y un presente que, aunque más inclusivo, sigue estando amenazado por corrientes de intolerancia.
Jean-Baptist Trieu, presidente de la Asociación «Les Oublié.es de la Mémoire» (la memoria olvidada), también participó en la ceremonia y subrayó la importancia de que este monumento sea más que un simple tributo simbólico. «Es un instrumento de transferencia, una forma de reconocimiento público e interrogación», resaltó Trieu, enfatizando la necesidad de fomentar el diálogo y la reflexión sobre la historia de las personas LGTB+ durante la Segunda Guerra Mundial.
Las estimaciones históricas indican que entre 5,000 y 15,000 personas fueron deportadas en Europa por ser homosexuales durante este sombrío periodo. En el caso de Francia, las cifras oscilan entre 60 y 200, convirtiendo este monumento en un espacio crucial para recordar y reflexionar sobre estos hechos oscurecidos por el tiempo.
Con AFP