Ciencia y tecnología

A un programador no le agradó la forma en que su cafetera extraía café. Así que dedicó 100 horas a modificarla.

Existen pocas cosas que resulten tan frustrantes como el uso de un dispositivo extremadamente simple que no responde como se espera. Un ejemplo perfecto de esto son aquellos equipos que deberían estar diseñados para facilitarnos la vida, pero que a veces nos decepcionan al apagarse inesperadamente, ser innecesariamente complejos o contar con una variedad de funciones difíciles de manejar. Hay casos en los que el simple hecho de evitar que este tipo de máquinas se apague automáticamente podría ser la solución más eficaz. Este fue el contexto en el que un desarrollador de software se encontró al comprar una cafetera, lo que llevó a una decisión muy interesante.

¿Devolverla? La respuesta fue un rotundo no: la opción más lógica fue mantenerla. Sin embargo, había que estar alerta, ya que el «apagado automático» no es un fenómeno extraño entre las máquinas de café.

Funciones en contra de los usuarios. Gabriel Ciubotaru, quien es desarrollador de software pero también experto en ciberseguridad e ingeniería inversa, compartió una anécdota durante su reciente conferencia en Defcamp 2024, un evento de notable relevancia en el campo de la seguridad informática y el hacking en Europa. Gabriel expuso cómo adquirió una cafetera que le pareció bastante atractiva, pero que contaba con una característica particularmente molesta: se apagaba automáticamente después de 30 minutos de inactividad.

Esta función, aunque diseñada para ahorrar energía, presentaba una paradoja significativa, especialmente considerando el elaborado proceso de extracción donde se libera una pequeña cantidad de agua cada vez que se enciende la máquina. Además de desperdiciar agua, resultaba ser una pérdida de tiempo considerable. Ante esto, Gabriel exploró las opciones y encontró que el tiempo de ‘apagado’ podía extenderse a tres horas. Sin embargo, su ritmo de vida requería un café más frecuente que cada cuatro horas, lo que lo llevó a tomar la decisión de abrir la máquina y realizar modificaciones.

Manteniendo activa la máquina de café. La tarea parecía sencilla: extraer la placa madre, identificar el microcontrolador y localizar el sistema programado para el apagado automático. La idea era modificar el firmware y configurarlo según sus necesidades. Aunque el componente era relativamente básico, el verdadero reto radicaba en encontrar las líneas del código que debían modificarse dentro del enredo de instrucciones para asegurarse de que la cafetera no se apagase cuando él no lo deseaba.

Gabriel finalmente encontró el código que controla los símbolos de advertencia en la pantalla de la máquina de café, que informa al usuario sobre su estado de funcionamiento de acuerdo a las indicaciones del manual. Tras realizar las modificaciones, subió el nuevo código al microcontrolador y… ¡listo! La cafetera ahora funcionaba a su manera.

Si bien Gabriel explicó el proceso de manera simple, él provee una gran cantidad de detalles en su conferencia. Mencionó que, tras invertir unas 100 horas en modificar la máquina, logró ahorrar 30 segundos diarios, lo cual le pareció un esfuerzo valido puesto que ahora tiene un dispositivo que funciona a su conveniencia.

Mas proyectos DIY. Es evidente que no todos los usuarios tienen los mismos recursos, la motivación, el tiempo o el interés para alcanzar lo que Gabriel logró. Para muchos, esos 30 segundos que se pierden diariamente no significan gran cosa; sin embargo, existe un grupo de usuarios que sí busca hackear sus cafeteras de alguna manera. Una de las máquinas de café más populares en el mercado es DeLonghi, la cual es parte de mi propio hogar y tiene varios parámetros predeterminados que dependen del tiempo de extracción del café.

Estos parámetros funcionan correctamente para un filtro a presión, como el que incluye la máquina. Sin embargo, si decides utilizar un filtro diferente, como uno de aire, estas configuraciones no son suficientes; por lo tanto, podemos programar un proceso de extracción más lento que se basa en tres botones. Aunque esto está indicado en el manual, no se proporciona información sobre cómo obtener una mejor crema para el café.

El Sparkler que se adjunta es funcional, aunque no perfecto. Un truco que se puede implementar para tener un control más preciso del proceso es retirar la parte metálica del Sparkler y usar únicamente la boquilla de caucho, que es mucho más estrecha. Esto permite un mejor control, pero presenta un inconveniente: la boquilla puede salirse debido a la presión. La solución a este dilema es fijar la boquilla de la cafetera con una brida, y así se resuelve el problema.

Suprimir funciones no deseadas en la cafetera. Esta modificación es bastante sencilla, pero existe otra que podría resultar aún más interesante debido a su impacto directo en el sabor del café. En las máquinas de café de filtro, la resistencia que se encuentra en la base está diseñada para mantener el café caliente durante un período prolongado. Aunque esto puede parecer conveniente, en realidad, provoca que el café siga cocinándose a través de la extracción, lo que a su vez afecta su sabor debido a la alta temperatura aplicada. Este fenómeno no es ideal, y resulta curioso que incluso las máquinas de café de alta gama, cuyos fabricantes deberían ser conscientes de este efecto en el sabor, implementen este sistema.

Por ende, una modificación frecuente que los usuarios realizan en este tipo de máquinas es abrirlas y desconectar los cables que alimentan la resistencia. Al hacer esto, la cafetera deja de operar la resistencia al preparar el café. Aunque esta modificación puede parecer temeraria comparada con usar una simple brida, es, sin duda, una opción que vale la pena considerar dado que el impacto en el sabor del café es notable.

Y al igual que estas modificaciones, existen muchas más. Por ejemplo, cambiar el difusor de agua en un Mokkamaster puede resultar en una experiencia de café significativamente diferente…

Consequencias más serias. Si bien estos ejemplos son curiosos y ofrecen formas de mejorar el funcionamiento de las cafeteras, es importante resaltar que hackear dispositivos como estos puede acarrear serias consecuencias. Martin Hron, un reconocido investigador de seguridad en Avast, demostró que una cafetera inteligente puede ser vulnerable. Hron se enfocó en el Smartger de primera generación, logrando acceso al sistema y descubriendo que operaba como un punto de acceso Wi-Fi sin la debida protección, permitiendo conexiones inseguras y habilitando actualizaciones de firmware sin autenticación.

¿Qué logró demostrar con esto? Dos cosas fundamentales. En primer lugar, pudo controlar el molino de la máquina sin restricciones, causando que el agua hirviera o emitiera un pitido. Además, Hron fue capaz de mostrar un mensaje de rescate que contenía una URL donde se podía realizar un pago para que la cafetera dejara de comportarse de esa manera.

Más allá de estos hallazgos, lo más preocupante de su investigación es que los dispositivos de IoT que son inseguros pueden volverse un verdadero dolor de cabeza. Estos dispositivos, en manos equivocadas, incluso pueden ser utilizados para ataques o manipulación de criptomonedas, a pesar de que el hardware en sí es habitualmente bastante básico y sencillo de modificar.

Fotos | Avast, Tom’s Coffee Corner, cafetera

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