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Merz, el conservador, es elegido canciller en la segunda votación del Bundestag

En una jornada cargada de expectativa y sorpresas, el líder de la Unión Democrática Cristiana (CDU), Friedrich Merz, consiguió finalmente el cargo de canciller de Alemania tras obtener una mayoría absoluta en el Bundestag (Cámara de Representantes del Parlamento). Este triunfo, sin embargo, llegó después de un primer intento fallido en el que no logró reunir los votos necesarios para ascender al cargo.

Al momento de recibir la noticia de su elección, Merz expresó: «Le agradezco su confianza y acepta la elección», en respuesta a una pregunta formulada por la presidenta del Bundestag, Julia Klöckner. Este reconocimiento se produjo en medio de un clima tenso donde su primer intento había terminando en un decepcionante resultado, al quedar a solo seis votos de la mayoría requerida de 316.

En el segundo intento, el político conservador logró reponerse y obtuvo 325 votos de un total de 630 posibles. Su primera intervención había resultado en una gran desilusión no solo para él, sino también para su coalición, que albergaba la Alianza Conservadora CDU/CSU y el SPD Socialdemócrata y que contaba con un total de 328 representantes en el Bundestag.

Una vez asegurada la mayoría en la segunda votación, Merz realizó su juramento oficial ante el presidente federal Frank-Walter Steinmeier en el Palacio Bellevue de Berlín, sucediendo al anterior canciller Olaf Scholz y asumiendo así el cargo de décimo canciller alemán.

El inicio del día fue marcado por el episodio inesperado de su primer voto en el Parlamento, donde el rechazo a su candidatura sorprendió a los líderes políticos presentes. Muchos de ellos mostraron su asombro visible al anunciarse el resultado, y varios abandonaron la sala de manera silenciosa y sin brindar comentarios.

Este revés político se produce apenas dos meses y medio después de que la coalición CDU/CSU de Merz obtuviera una victoria significativa en las elecciones parlamentarias de febrero, evento que tuvo lugar tras el colapso de la coalición de tres partidos conformada por socialdemócratas, verdes y liberales, todos bajo la dirección de Scholz en noviembre.

Después de las elecciones, tras semanas de intensas negociaciones, se forjó un acuerdo de coalición entre los conservadores de la CDU/CSU y el SPD, aprobándose por los tres partidos y formalmente firmado en Berlín, lo que parecía allanar el camino hacia el ascenso de Merz en la política alemana. Sin embargo, lo que comenzó como un paso esperanzador podría estar marcado por desafíos.

La situación en la Cámara Baja del Parlamento alemán tiene el potencial de debilitar notablemente el liderazgo de Merz, tanto a nivel nacional como internacional, en su intento por revitalizar la economía alemana, que ha estado lidiando con múltiples problemas, y por intentar restaurar el papel de Berlín como un líder en Europa.

Este sorprendente fracaso no solo revela la inestabilidad en su soporte político, sino que indica que su coalición tiene una mayoría bastante frágil, reflejando el apoyo de menos del 45 % en las elecciones que consolidaron su poder. Además, Merz se vio obligado a buscar apoyo de otros grupos durante la segunda votación, una decisión que resalta su dependencia en un sistema parlamentario dividido y en el que su margen de maniobra es limitado.

Asimismo, la presente incertidumbre política podría facilitar el crecimiento del partido Alternativa para Alemania (AFD), que había obtenido el segundo lugar en las elecciones de febrero, aprovechando la desilusión existente en torno a la inmigración y la complicada situación económica del país. Este partido, que fue recientemente clasificado como ‘Extrema Derecha’ por los Servicios Nacionales de Inteligencia, ha ido ganando terreno en las encuestas, colocándose incluso delante del bloque conservador liderado por Merz en algunas estimaciones.

No está claro aún si este comienzo inestable de su mandato disminuirá la confianza en Merz, quien nunca ha ocupado un cargo en el Gobierno a lo largo de su extensa trayectoria política. La incertidumbre parece intensificarse en un momento en que Alemania se enfrenta a desafíos urgentes, entre ellos, una economía deteriorada, la inminente presión por aranceles estadounidenses, y el conflicto que continúa en Rusia y Ucrania.