BEIJING, 8 de abril (Elmundo.CR) – En los últimos meses, el crecimiento industrial de China ha experimentado un aumento notable, impulsando significativamente sus exportaciones. Este fenómeno podría tener repercusiones globales, incluyendo el cierre de fábricas y la implementación de aranceles en países como Estados Unidos y otras regiones. La construcción de nuevas fábricas en China avanza a una velocidad impresionante, incorporando tecnología de vanguardia, gracias a que el gobierno ha destinado una cantidad considerable de préstamos estatales al sector industrial.
«Un tsunami se aproxima», advierte Katherine Tai, ex representante comercial de Estados Unidos, refiriéndose a las consecuencias que estos cambios industriales pueden acarrear a nivel mundial. A su vez, el ex presidente Donald Trump ya había implementado aranceles significativos a productos provenientes de China, una acción que ha sido replicada, aunque de manera menos evidente, por otros países como Brasil, Indonesia, Tailandia y diversas naciones de la Unión Europea, quienes han comenzado a considerar medidas similares para proteger sus industrias locales.
El gobierno chino ha manifestado su descontento ante estas barreras comerciales, argumentando a favor de su modelo económico, basado en la combinación de una alta tasa de ahorro nacional, extensas jornadas laborales y una amplia disponibilidad de ingenieros. Las autoridades chinas han señalado que las tarifas impuestas por Estados Unidos son un intento de desestabilizar la estructura del orden económico internacional recientemente establecido.
El crecimiento del sector industrial en China se ha visto favorecido por la reorientación de los préstamos estatales que antes estaban destinados al sector inmobiliario, redirigiéndolos hacia la industria. China se ha convertido en líder en la utilización de robots industriales, lo que ha permitido maximizar la eficiencia y aumentar la producción en fábricas locales. Un claro ejemplo de ello es la fábrica de automóviles eléctricos Zeekr, que incrementó su número de robots de 500 a 820 en un periodo de solo cuatro años, lo que demuestra la rápida adopción de tecnología avanzada en la industria.
A lo largo de 2023, las exportaciones chinas han aumentado en un sorprendente 13.3%, después de un crecimiento del 17.3% durante el año anterior. Asimismo, los préstamos estatales no solo están destinados a la producción, sino que también financian investigaciones y desarrollo. Huawei, como un ejemplo destacado, ha inaugurado un moderno centro de investigación en Shanghai, donde trabaja un equipo de 35,000 ingenieros, lo que evidencia la vitalidad y ambición del sector tecnológico chino.
En la comunidad internacional, crece la preocupación por cómo contrarrestar el efecto de las exportaciones chinas en el mercado global. En la actualidad, China ha aumentado su participación en el sector de fabricación global al 32%, lo que ha ocurrido en gran parte a expensas de la industria de Estados Unidos y otros países competidores. De hecho, la producción industrial de China supera la de naciones industrializadas como Estados Unidos, Alemania, Japón, Corea del Sur y el Reino Unido.
A pesar de los aranceles impuestos por Trump, las exportaciones de China han seguido en ascenso. Un claro ejemplo de esta situación es la industria automotriz: tras la imposición de tarifas, los fabricantes chinos han logrado reorientar sus exportaciones con éxito hacia mercados como Australia, el sudeste asiático y México.
Además, en un contexto global en el que China ha ampliado significativamente su capacidad de refinamiento petroquímico en los últimos cinco años, superando a competidores tradicionales como Europa, Japón y Corea del Sur, el ex representante comercial de Estados Unidos, Robert Lighthizer, describe estas tarifas como un «medicamento necesario de aplicar durante mucho tiempo» para hacer frente a la política industrial existente en China.
El bajo consumo interno en el país, agravado por la crisis en el sector inmobiliario, impulsa aún más la necesidad de continuar con las exportaciones masivas. El gobierno chino ha privilegiado la creación de empleos en el sector industrial por encima de los estímulos económicos destinados a los consumidores, incluso rechazando propuestas para aumentar considerablemente la pensión mínima, como sugirió el economista Li Dooki, en un esfuerzo por estimular la economía interna.