Ciencia y tecnología

Europa destinará una considerable inversión en países como Uzbekistán y Kirguistán. La causa de esto son los recursos de tierras raras.

La gran mayoría del planeta, inmersa en tarifas y conflictos bélicos, ciertamente pasó desapercibida ante un anuncio trascendental: Kazajstán reveló el descubrimiento de su Tierra rara más grande. Se estima que este hallazgo contiene alrededor de un millón de toneladas de elementos cruciales como Cerio, Lantano, Neodimio e Ititrio, todos ellos esenciales para la transición hacia energías más limpias y el desarrollo de nuevas tecnologías militares. Esta noticia cobra aún más peso con la reciente decisión de la Unión Europea de invertir importantes recursos en cinco países de Asia Central. Su justificación oficial: el fomento de esfuerzos sostenidos hacia el desarrollo y la cooperación.

Sin embargo, el contexto real detrás de esta asistencia se centra en la ruta geopolítica, siendo Kazajstán uno de los cinco países que está en el centro de atención en esta dinámica.

La noticia. En medio del creciente enfrentamiento comercial con Estados Unidos, la Unión Europea, de manera sorprendente, anunció una inversión total de 12,000 millones de euros en Asia Central durante su primera cumbre con los cinco países de la región (Kazajstán, Uzbekistán, Kirguistán, Tayikistán y Turkmenistán). Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, hizo hincapié en que estos fondos se destinarán a proyectos de transporte, energía limpia, conectividad y desarrollo sostenible, particularmente en recursos naturales estratégicos.

Aduanas y comercio exterior. Este contexto llega en un momento caracterizado por las nuevas tarifas del 20 % impuestas por Washington sobre las importaciones europeas. Von der Leyen resaltó que la UE busca presentar una alternativa confiable a potencias como Rusia y China, promoviendo asociaciones equitativas y fomentando el desarrollo de habilidades locales. Además, se reafirmó el fuerte compromiso con la soberanía territorial y la paz en Ucrania, condenando así la agresión de Rusia y destacando que el respeto por el derecho internacional será un pilar fundamental de este nuevo vínculo estratégico.

La UE, que ya representa un 22.6 % del comercio exterior y más del 40 % de la inversión extranjera directa en Asia Central, busca consolidar su influencia en la región a través de esta cumbre, con el objetivo de abrir nuevas rutas comerciales que eviten el territorio ruso. Un ejemplo clave es el Corredor Transcaspiano, esencial para reducir tanto la dependencia energética como la influencia geopolítica oriental.

Una región clave. Detrás de las palabras sobre desarrollo sostenible y cooperación regional, se encuentra una prioridad geoeconómica crucial: asegurar el suministro de minerales esenciales para facilitar la transición verde de Europa, robustecer su base industrial y aumentar sus capacidades defensivas. Esto es especialmente relevante en un contexto global marcado por tensiones crecientes y una dependencia estructural de países como China y Rusia.

Minerales estratégicos. La urgencia de este giro estratégico ha salido a la luz con la preocupante revelación de que, en 2023, el 94 % de las importaciones europeas de tierras raras procedían de China, Malasia y Rusia.

China, que controla el 60 % de la producción global de minerales críticos y el 85 % de su capacidad laboral, sigue robusteciendo su propia industria verde. Esta concentración de poder, que se apoya en el acercamiento político entre Beijing y Moscú, ha generado episodios alarmantes, como las restricciones en la exportación de Antimonio por parte de China, un mineral fundamental para tecnologías militares, incluidas aquellas relacionadas con la precisión y la visión nocturna.

Alternativas, pero con limitaciones. En este contexto, Asia Central emerge como una alternativa viable y atractiva. Actualmente, Kazajstán produce 19 de los 34 minerales críticos que identifica la UE y podría expandir esta cifra a 21 en breve, tras el anuncio realizado la semana pasada. Uzbekistán, por su parte, se ha convertido en el quinto proveedor principal de uranio en el mundo y posee importantes reservas de oro, plata, titanio y molibdeno.

La región también cuenta con litio, silicio y tungsteno, elementos esenciales para la fabricación de baterías, paneles solares y sistemas de defensa electrónica. Sin embargo, muchos de estos recursos se encuentran atrapados en un sector minero que no ha sido desarrollado de manera óptima, careciendo de infraestructura moderna y habilidades tecnológicas que permitan una extracción sostenible.

La estrategia de la UE. Según informes de DW, ante la competencia geoeconómica de China y Rusia, Bruselas intenta establecer modelos de cooperación basados en asociaciones industriales y empresas conjuntas con actores locales, favoreciendo las inversiones extranjeras directas, el crecimiento empresarial regional y una industrialización avanzada.

Este enfoque es especialmente atractivo para los líderes de Asia Central, quienes ven en esto una oportunidad para diversificar sus economías y reducir su dependencia de Moscú, ganando así una mayor autonomía estratégica. La piedra angular de este enfoque es la Iniciativa Gateway Global, un ambicioso proyecto europeo de 300,000 millones de euros que pretende ofrecer una alternativa a la nueva Ruta de la Seda que promueve China.

El Corredor Transcaspiano y sus prometedoras perspectivas. Un componente crucial del plan europeo es el desarrollo de la Ruta de Transporte Internacional Transcaspiano (TITR), un corredor logístico que tiene la capacidad de unir a China y Europa a través de Asia Central, reduciendo drásticamente los tiempos de tránsito a un plazo de apenas 15 días y minimizando la dependencia del Canal de Suez o el tránsito por territorio ruso.

Sin embargo, el asunto fundamental radica en la magnitud de la inversión necesaria. La implementación de este corredor exige una inversión estimada de 18.5 mil millones de euros en infraestructura, de los cuales más de la mitad ya han sido movilizados por la UE mediante un foro de inversión apoyado por los Estados miembros, el sector privado y instituciones como el Banco Europeo de Inversiones y el BERD. Para poner esto en perspectiva, según explicaciones de Samuel Vestterbye, esta ruta podría multiplicar el tráfico de contenedores desde las actuales 100,000 hasta 800,000, generando efectos económicos transformadores para ambas regiones.

El «amigo» ruso. Sin duda, el giro estratégico de Europa tiene una clara dimensión geopolítica: se busca desvincular el papel de Rusia en los países de Asia Central, dándoles la oportunidad de esquivar las sanciones occidentales impuestas tras la invasión de Ucrania. En este sentido, Kaja Kallas, diplomática europea, ha sido explícita al advertir en Asjabad que las empresas rusas no deberían utilizar la región como una ruta de escape comercial.

En este contexto, la UE propone equilibrar una política de incentivos y consecuencias: ofreciendo un desarrollo económico real a través de inversiones en infraestructura y comercio, a cambio de la cooperación conforme a las sanciones impuestas por occidente. Esto se percibe como un enfoque de «zanahoria y palo», que analistas consideran una oportunidad para fortalecer relaciones estratégicas más allá del ámbito económico.

Desafíos y emergencias. A pesar de los avances, la estrategia de la UE enfrenta desafíos significativos. La experta Marie Dumoulin del Consejo Europeo para las Relaciones Exteriores advierte que los proyectos específicos de Global Gateway necesitan materializarse, careciendo de visibilidad y de una estrategia efectiva en la región para competir con las ofertas chinas o rusas.

En otras palabras, Bruselas se enfrenta a la urgente necesidad de acelerar la implementación de sus proyectos de infraestructura, mostrar resultados tangibles y reforzar su presencia diplomática en el terreno. Sin una acción coordinada y persistente, el entusiasmo inicial podría desvanecerse rápidamente ante los actores que ya tienen una influencia cultural, económica y política firmemente establecida en Asia Central.

Reflexiones finales. Lo que está claro es que el renovado interés de la Unión Europea en Asia Central no es un simple gesto simbólico, sino una respuesta estructural a sus necesidades de garantizar su autonomía estratégica en sectores cruciales como la defensa, la tecnología digital y la transferencia de energía.

En un mundo cada vez más definido por cadenas de suministro frágiles y volátiles, los minerales críticos han adquirido un valor genuino y significativo. Si la UE logra transformar todas estas promesas en una infraestructura tangible, la visión de integración eurasiática podría volverse una realidad factible.

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