


«No más turistas argentinos», reza un graffiti que se ha vuelto emblemático en Santa Teresa, una comunidad situada en Cóbano, Puntarenas. Esta manifestación de descontento ha sido acompañada de mensajes ofensivos dirigidos hacia los ciudadanos argentinos, que han proliferado en esta región en los últimos años.
Las redes sociales se convirtieron en un hervidero de críticas hacia la llegada de turistas, poniendo en duda la sostenibilidad de la actividad turística en un área donde, irónicamente, miles de familias costarricenses dependen económicamente de estas visitas para subsistir.
De acuerdo con fuentes que prefieren mantener el anonimato, hay un creciente descontento entre algunos visitantes nacionales (costarricenses) que desde finales de febrero han mostrado reticencia a ser atendidos por extranjeros, especialmente de nacionalidad argentina, quienes han estado predominando en Santa Teresa desde hace años.
El episodio reciente
La reciente indignación de ciertos sectores se originó a raíz de un operativo en el que las autoridades encontraron a 40 extranjeros trabajando de manera irregular en establecimientos de la localidad. Este operativo coincide con un debate más amplio sobre ‘gentrificación’ en Costa Rica y a nivel global, un fenómeno que implica que la llegada de nuevas industrias modifica por completo la dinámica y la calidad de vida de las comunidades locales.
En la operación, lograron detectar irregularidades en el trabajo de parto y migrantes. (Cortesía/migración y extranjeros).
A pesar de la reacción desmedida de algunos, las críticas no se han centrado en las ilegalidades cometidas por los negocios que contratan personas sin cumplir con la normativa adecuada, ni en las prácticas de remuneración por debajo del salario mínimo. En muchos casos, estas empresas también eluden el pago del Seguro Social. Al contrario, el odio se ha dirigido hacia ciudadanos de otros países que residen o visitan Costa Rica.
Nota: El gobierno ha asignado ¢600 millones a jóvenes en Santa Teresa de Cóbano
Calle principal en Cóbano de Puntarenas (fotografía de Josué Alvarado | The Observer).
Asociaciones, empresas, intención y gobierno firman una ruta
Los llamados ‘fuerzas vivas’, un grupo organizado dentro de la comunidad, han expresado su preocupación por este fenómeno. Consideran que se trata de una situación aislada, ya que el distrito alberga a individuos de más de 42 nacionalidades. Aunque comprenden y validan la ira por las condiciones irregulares de trabajo que enfrentan algunos, no ven razones para fomentar un discurso de odio que menosprecie la presencia de turistas.
Según declaraciones realizadas a este medio, parece que la problematicidad ha disminuido. Empero, la comunidad ha decidido actuar de manera proactiva para contrarrestar este clima de hostilidad:
- Se está implementando un programa de capacitación dirigido a los jóvenes locales sobre la atención al turista, uno de los sectores que sigue siendo crucial para el desarrollo económico de la zona. Los empresarios han señalado la falta de personal cualificado para la temporada alta.
- Se están haciendo publicaciones en redes sociales para dar a conocer estas iniciativas y el trabajo colaborativo que se realiza entre asociaciones, empresas, la comunidad y el Estado.
Segunda reunión entre las ‘fuerzas vivas’ de la comunidad y las autoridades del Ministerio de Trabajo y el Seguro Social (Fotografía de Josué Alvarado | The Observer).
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Más de 40 nacionalidades viven en Cóbano
El liderazgo de Cóbano se compone principalmente de mujeres, como es el caso de María Mora del Consejo Municipal, Ana Quirós, presidenta de la Cámara de Comercio y Turismo de la Zona Azul (Catucza), y María Pérez, Directora Ejecutiva de la Asociación Integral de Desarrollo (ADI) de Malpaís y Santa Teresa.
Todas coinciden en que la presencia de personas de más de 40 nacionalidades no es un fenómeno reciente; incluso antes de la pandemia, esta diversidad ha formado parte de la vida local, aunque es verdad que el movimiento se intensificó durante y después de la crisis sanitaria.
Ana Quirós indica que en una escuela privada del área, se pueden encontrar menos de 30 nacionalidades diferentes conviviendo, lo que ha generado un ambiente donde la diversidad cultural es enriquecedora. Sin embargo, lamenta que el discurso sobre la gentrificación se haya distorsionado en ocasiones, fomentando el rechazo hacia los extranjeros.
“Desafortunadamente, este tema del discurso de gentrificación se ha utilizado como una excusa para propagar el odio hacia los forasteros”, afirma Quirós. Esto ha sido alimentado, en parte, por ciertas dinámicas en redes sociales donde influencers han tomado parte de esta narrativa negativa.
María Pérez complementa esta idea diciendo que es fundamental promover un entorno que rechace la xenofobia y que incentive el respeto por la diversidad cultural que caracteriza a la región.
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Santa Teresa es una de las más atractivas para turistas y locales (Fotografía de Alonso Solano | The Observer).
«Esa no es la norma», dice el vicepresidente
El vicepresidente del país también ha hecho eco de estas preocupaciones al señalar que el fenómeno de la coexistencia de múltiples nacionalidades no es algo común ni deseable en Costa Rica. «No es la norma», explica. No obstante, también subraya la necesidad de abrir una conversación sobre el significado de ‘gentrificación’ en el contexto costarricense.
“La gentrificación es un tema delicado, buscamos un desarrollo que sea sostenible y que respete el entorno y la calidad de vida de todos, incluidos los extranjeros que trabajan aquí”, concluye.
Los turistas son equivalentes al 50% de la población
El profesor de la Universidad de Costa Rica (UCR), Carlos Sandoval, estudioso del fenómeno migratorio, destaca la importancia de reconocer que la infraestructura turística en muchas áreas depende en gran medida de la inmigración. En ciertas épocas, la presencia de turistas puede alcanzar hasta el 50% de la población local.
“El crecimiento económico está bastante relacionado con la migración”, explica Sandoval, añadiendo que gran parte de la infraestructura en el país se construyó gracias al trabajo de migrantes, muchos de ellos nicaragüenses, quienes hasta la fecha no han sido objeto de un discurso de odio significativo.
Los extranjeros contribuyen al 6.5% del PIB
De acuerdo con datos del Fondo Monetario Internacional (FMI), Costa Rica es el segundo país en América Latina con mayor cantidad de migrantes en relación a su población total. Los migrantes y refugiados comprenden aproximadamente el 10% de la población, con una notable presencia de nicaragüenses que representan el 82% del total de extranjeros en el país.
Los trabajadores migrantes aportan aproximadamente el 6.5% al producto interno bruto (PIB), una cifra que supera ampliamente el promedio en economías emergentes y en desarrollo, donde la contribución se sitúa alrededor del 1.2%. Esta participación puede variar, alcanzando hasta el 12% en algunos sectores, dependiendo del análisis realizado.
A pesar de estas contribuciones significativas, el mismo FMI subraya que los nicaragüenses a menudo se enfrentan a restricciones en su estatus migratorio, lo que les dificulta acceder a derechos laborales y otras oportunidades.
Es una cuestión de desigualdades y no de nacionalidad.
El profesor Sandoval indica que la xenofobia y los mensajes de odio en el contexto de la gentrificación están más vinculadas a desigualdades históricas que a la nacionalidad en sí. Las disparidades en la calidad de vida y las oportunidades han alimentado un resentimiento que no es exclusivo hacia un grupo en particular, sino que se relaciona con un sistema que perpetúa la desigualdad.
Señala que el crecimiento económico en los sectores turísticos no siempre se traduce en mejoras en la calidad de vida de las comunidades. «No se trata de un problema de nacionalidad, sino de desigualdades profundas», concluye.
Además, enfatiza la necesidad de que el sector turístico establezca conexiones significativas con las comunidades locales para evitar generar una brecha más amplia entre la riqueza generada por el turismo y las realidades de vida de la población local.
“Es necesario reconocer la interconexión entre migración y turismo, y trabajar hacia un desarrollo inclusivo”, finaliza Sandoval.