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EE. UU. deporta a 17 presuntos miembros de pandillas a El Salvador, que impugnó la orden judicial.

El gobierno de los Estados Unidos ha llevado a cabo la deportación de 17 presuntos miembros de pandillas hacia El Salvador, una acción que ha generado un gran debate y oposición judicial. Este anuncio fue realizado por el secretario de Estado, Marco Rubio, quien explicó que la deportación se realizó en el marco de una operación coordinada en la que se busca desmantelar las redes criminales asociadas con el Tren de Aragua y la temida pandilla MS-13. El evento en cuestión tuvo lugar en la noche del domingo, a pesar de que existía una orden judicial que, de manera temporal, prohíbe los desalojos bajo la controvertida ley de enemigos extranjeros.

El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, se pronunció sobre la situación a través de sus cuentas en redes sociales, afirmando que la operación fue un hito significativo en la lucha de su administración contra el terrorismo y el crimen organizado. «Anoche, en una operación militar conjunta con nuestros aliados en los Estados Unidos, transferimos a 17 delincuentes extremadamente peligrosos conectados con el tren de Aragua y el MS-13», destacó Bukele, resaltando la importancia de estas acciones en su estrategia de seguridad nacional.

Es fundamental señalar que esta deportación acontece una semana después de que el juez federal James Boasberg denegara la solicitud del gobierno estadounidense de extender la prohibición temporal de las deportaciones bajo la ley de enemigos extranjeros. En su fallo, el juez justificó que los acusados debían tener la oportunidad de impugnar la acusación de pertenencia a pandillas, resaltando también las preocupantes condiciones de prisión en El Salvador, que podrían agravar la situación de los deportados.

La administración Trump ha hecho uso de la ley de enemigos extranjeros, una herramienta legal que ha sido poco común, con el objetivo de acelerar los procesos de deportación. El gobierno argumenta que el Tren de Aragua, una pandilla originaria de Venezuela, está expandiendo sus actividades delictivas hacia el territorio estadounidense. No obstante, el gobierno venezolano y algunos familiares de los deportados han rechazado de manera categórica cualquier vínculo con las pandillas, lo que añade una capa de complejidad a la situación.

La ACLU (Unión Americana de Libertades Civiles) ha desafiado el uso de esta ley, argumentando que infringe el derecho fundamental de los migrantes a recibir un debido proceso. A pesar de estos alegatos, la administración Trump ha solicitado a la Corte Suprema que le permita continuar utilizando la legislación para llevar a cabo deportaciones rápidas de los supuestos miembros de pandillas. Este caso es indicativo de las tensiones políticas y humanitarias que rodean la inmigración y la criminalización de ciertos grupos en los Estados Unidos, planteando cuestionamientos serios sobre el debido proceso y los derechos de los inmigrantes.

La situación sigue evolucionando y será crucial observar cómo se desarrollan los acontecimientos en esta narrativa de deportaciones y derechos humanos. Estos 17 individuos deportados ya han añadido un nuevo capítulo a la compleja relación entre Estados Unidos y El Salvador, así como a la discusión sobre el uso de leyes que afectan a inmigrantes potencialmente vulnerables.

Edmundo
El mundo CR