
El uso excesivo del celular ya no es un hábito exclusivo de adultos; Cada vez más niños experimentan ansiedad o malestar cuando no tienen acceso a su dispositivo.
Este es un fenómeno conocido como nomofobialo que se traduce como el miedo irracional a no tener teléfono, sin batería, sin cobertura o sin poder conectarse a Internet.
Según los especialistas en salud mental infantil, estas conductas comenzaron a manifestarse a edades cada vez más tempranas y tienen consecuencias visibles en:
- Atención
- Autocontrol
- Empatía
- regulación emocional
«La nomofobia infantil no es una moda pasajera, es una ruptura silenciosa que se afianza en la afectividad, la atención y los vínculos sociales. Los niños crecen en un entorno donde el teléfono móvil se convierte en un refugio emocional», explicó. Anayeli Pérez, pagPsicóloga clínica y especialista en Neuropsicología.
Mientras que un informe de la UNESCO afirma que durante la pandemia, el tiempo frente a la pantalla ha aumentado en un promedio de 50 minutos por día entre los niños de 3 a 8 años en los países desarrollados.s.
«Se puede argumentar que el resto de países no están exentos de esta realidad, que está aumentando la nomofobia en los últimos años. Hay niños que Al exponerse al móvil sin control ni límites, empiezan a comparar aspectos propios como el físico, la capacidad intelectual o la clase social, y desconectan de «su propio yo», destacó.
Cambios en el menor.
El especialista advierte que la dependencia digital se puede detectar por conductas específicas que se dan cuando el niño no tiene acceso a su teléfono o dispositivo. Entre los más comunes se encuentran:
- Irritabilidad, enfado o llanto sin motivo aparente.
- Dificultad para concentrarse o disfrutar de actividades fuera de la pantalla.
- Inquietud constante o movimientos repetitivos.
- Tristeza, ansiedad o sensación de vacío.
- Rechazo a la interacción con otras personas.
- Problemas de sueño o trastornos alimentarios.
«Cuando el niño no puede aburrirse o esperar sin una pantalla, pierde la oportunidad de desarrollar la paciencia, la creatividad y la autorregulación. Aquí es donde comienzan los primeros signos de dependencia», añade el especialista.
Efectos de desarrollo
Además, la dependencia tiene un impacto directo en la forma en que los menores procesan las emociones y se relacionan con los demás.
El uso excesivo del teléfono celular puede interferir con la formación de un vínculo emocional con los padres, la capacidad de empatizar con otras personas y la atención sostenida necesaria para el desempeño escolar.
«La estimulación visual y auditiva que reciben los niños a través del móvil afecta directamente a su cerebro, ya que se trata de estímulos rápidos que, por su inmadurez, no pueden comprender, procesar o retener la información adecuadamente», explica el experto.
«Además, esta búsqueda de gratificación inmediata se relaciona con la generación de dopamina, sustancia que nos hace felices, y el uso del celular aumenta su producción, produciendo un efecto placebo; a diferencia de no usar el celular, se modifican conductas y actitudes ante la falta de gratificación inmediata», agregó.
El papel de los padres
Según los profesionales, los adultos desempeñan un papel crucial en la prevención de la nomofobia infantil.
Monitorear los tiempos de uso, ofrecer alternativas recreativas y modelar el uso responsable del teléfono son pasos esenciales.
Asimismo, recomiendan establecer momentos libres de pantallas en casa, especialmente durante las comidas, los trabajos escolares y antes de dormir.
«El apoyo no se trata sólo de poner límites, sino de enseñar con el ejemplo. Si un adulto no puede desengancharse, el niño aprende lo mismo», afirmó Pérez.
Además, los especialistas destacan que las familias deben promover actividades que estimulen la conexión emocional, como:
- juegos al aire libre
- Leer
- Conversación o arte
Todas ellas son herramientas que ayudan al niño a expresarse sin depender de la tecnología.
«El reto no es apagar el móvil, sino enseñar a los niños a conectarse con el dispositivo sin perder el contacto con el mundo real», concluye Pérez.

