Era 1832 y John Bennett Lawes Tenía sólo 17 años, una propiedad enorme en el corazón de Hertfordshire y mucho tiempo libre. Acababan de ser expulsados de Oxford y regresados a la mansión que había heredado de su padre una década antes. Ahora todo lo que tenía que hacer era ver qué estaba haciendo con su vida.
No lo sabía, pero estaba a punto de iniciar el experimento de carrera más antiguo de la historia: el experimento de Broadbalk.
¿Y si plantamos cuatro hierbas? Entonces Lawes comenzó a cultivar plantas medicinales en la granja y a probar los efectos de varios fertilizantes en un puñado de macetas. Las cosas salieron bien y unos años más tarde los experimentos se ampliaron a los cultivos.
La intención del joven John Bennet era simple: lograr que los agricultores ya no dependieran de los animales para producir fertilizantes.
Lo entendió. Vaya, lo hizo. En 1842 patentó un fertilizante fosfatado que revolucionó el mundo de la agricultura y marcó el comienzo de la era de los fertilizantes industriales. Por supuesto, estaba hecho de oro. Pero eso no es lo que nos interesa hoy.
Lo que nos interesa es que comenzó a cultivar trigo en Rothamsted desde el otoño de 1843 para estudiar los efectos a largo plazo de diversos fertilizantes y fertilizantes sobre el rendimiento del trigo de invierno y la fertilidad del suelo.
¿En qué consiste? La primera cosecha tuvo lugar en 1844 y desde entonces se cultivan por todo el campo franjas de trigo utilizando diferentes fertilizantes. Esto significa que algunas franjas han recibido la misma cantidad de fertilizante durante más de 160 años.
Por supuesto, eso no significa que no haya habido cambios. El Experimento Broadbalk es un ser vivo y ha cambiado con el tiempo para abordar nuevos problemas científicos (como la introducción de diferentes variedades de trigo o la aplicación de nuevos enfoques de mejoramiento).
También fue un gran éxito. No sólo permitió (y permitido) ajustar con una precisión sin precedentes la cantidad, frecuencia o tipo de fertilizante que debemos utilizar; Broadback ha generado una gran cantidad de datos y muestras (de grano, paja y suelo) que son utilizados por científicos de todo el mundo para estudios a largo plazo sobre los impactos ambientales y la sostenibilidad agrícola.
No es nada trivial.
El argumento de que no se sabe cuál será el impacto a largo plazo de las cosas no sólo es sensato, sino bueno. Este experimento nos ha permitido disipar las dudas que teníamos sobre una de las tecnologías más importantes del mundo: la tecnología que nos ha permitido ser más de ocho mil millones de personas en el mundo.
Imagen | James Baltz
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